De Magia y Tecnología...

Columna Tecnológica por José Miguel Santibáñez

Arthur C. Clarke sostiene que cualquier tecnología suficientemente avanzada, es indistinguible de la magia. Aunque como quedó de manifiesto en estos días, la magia no siempre ocurre por la tecnología, pero parece que siempre ayuda.

Durante tres días, los santiaguinos (y no pocos “turistas” llegados de otras partes del país) estuvimos como hipnotizados por las acciones de la niña gigante, una linda muñeca de más de 5 metros de altura (las dimensiones cambian, según la fuente) que mezclaba muy bien las viejas técnicas de las marionetas de hilo (aunque aquí fuera con grandes cuerdas), con algunos trucos tecnológicos bien escondidos (sobre todo para hacerla “respirar” y “roncar”).

Pero hay otra relación con la tecnología que conviene analizar. Mientras la muñeca recorría las calles de nuestra ciudad, miles de cámaras la enfocaban. Los canales de televisión, con más acceso a la tecnología que a la información, aprovecharon sus contactos oficiales y se conectaron (cuando pudieron) a las cámaras de la unidad operativa de control de tránsito (las mismas que normalmente usan para informar respecto de la congestión en los matinales); aunque claro, todo el prestigio ganado gracias a la tecnología, lo perdieron con la información que “adelantaban” y que varias veces fue incorrecta (siendo el peor papelón, el de tvn con la transmisión de la despedida de la pequeña gigante, pues de anunciar un show de una hora, de pronto se dieron cuenta que el espectáculo ya había finalizado)

Pero más allá de los canales de televisión, están los despliegues tecnológicos del público presente, desde los más ingeniosos comerciantes ambulantes que vendían las fotos “fresquitas” de la actividad de la muñeca a escasos minutos de haber ocurrido, hasta los cientos de cámaras de video, cámaras fotográficas digitales o simplemente celulares con cámaras, que siguieron en todo momento a la muñeca y al rinoceronte. Y de acuerdo a la información entregada por la prensa, fue en todo momento, incluso durante la noche, cuando muchos “velaron” el sueño de la muñeca (y no pocos se habrían acercado a fotografiarse junto a la dormilona).

La pequeña gigante fue una hermosa fábula de fin de semana. Trajo una magia que, si bien no se ha perdido, está un tanto relegada en nuestra cultura (la de las marionetas). Fue una historia asombrosamente simple, de un rinoceronte asustado capturado en una trampa con cincuenta repollos por una niña gigante que recorrió la ciudad buscándolo y que al final lo mostró a la gente... Demostrando, una vez más, que la tecnología necesaria, a veces no es la más rebuscada, y que un poco de magia, aunque llegue de la mano de la tecnología, puede mejorarnos la vida.

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