Voto electrónico v/s voto secreto...

Columna Tecnológica por José Miguel Santibáñez

Cuando el próximo fin de semana los chilenos vayamos a votar, mientras estemos en las filas esperando turno para poder expresar nuestra voluntad, muchos vamos a pensar en lo bueno que sería que se pudiera votar electrónicamente... Una vez que se cierren las urnas y empiece el conteo (que se presume que va a ser peleado voto a voto) muchos vocales van a pensar lo mismo, un voto electrónico simplemente los libera de esa obligación, es claro si el votante quería expresar alguna de las opciones válidas, o por el contrario, simplemente anular...

En algunos locales también se van a ver situaciones especiales, sea por votantes no videntes, sea por votantes de avanzada edad y/o enfermos que quieren (y tienen todo el derecho, por supuesto) expresar su voluntad... Muchas de esas situaciones se simplificarían con el voto electrónico...

El voto electrónico es más barato de implementar (¿ha considerado lo que significa generar toda la cantidad de votos que se usan? ¿las cantidades que hay que imprimir y transportar? ¿las urnas?) es más rápido de poner en práctica (una persona podría votar desde su casa, su oficina o cualquier ciber-café), simplifica los trámites (lo puede hacer en cualquier momento del día, donde esté, aún desde fuera del país), acelera los recuentos (a la hora del cierre, se tienen todos los cálculos) e incluso permitiría hacer una democracia más participativa, al permitir plebiscitar rápidamente los temas más importantes.

Pero el voto electrónico presenta dificultades. Es muy fácil alterar el “byte” del voto, tal y como se ha visto en casi todas las encuestas electrónicas auspiciadas por diversos sitios web (algunos aún con la mayor seriedad) no hay garantías de que un voto electrónico secreto no sea alterado o, peor aún, que el universo no sea alterado cambiando un número aleatorio de votos o introduciendo votos extras de seudo-votantes). Con el voto en papel, siempre se puede pedir un recuento y revisar; se han desarrollado varias prácticas (los registros electorales, las “colillas foliadas”, incluso la opción de reabrir algunas mesas) que ayudan a impedir que se haga fraude... ¿pero y el voto electrónico?

El sustento de la democracia, nos dicen, está en el voto “informado, libre y secreto”. Recientemente, en Venezuela, un par de partidos políticos se habrían retirado de las elecciones porque no tenían garantías del secreto del voto(1)... El voto electrónico no cambiaría los aspectos de libre e informado, pero el secreto...

El principio del secreto del voto tiene varios fundamentos. Creo que el principal es evitar la coerción (sea por amenazas laborales, por restricciones familiares, etc.) aunque claro, las amenazas igual están presentes “si sale el candidato X, van a perder la pega” pero no tienen la fuerza de poder decir: “sé que votaste por X”. Pero en ese mismo secreto, un ciudadano no tiene forma de comprobar que su voto por X, no fue cambiado posteriormente por un voto por Y o anulado. La única garantía es que los recuentos se hacen en público y no es fácil hacer un “pase mágico” que cambie el voto... Aunque hay quienes aseguran haber visto a vocales anulando votos al momento de abrirlos (2)... Al final, si terminado el conteo, no hay votos por el candidato X (por el que votó el ciudadano que se da cuenta) se podría reclamar, pero es casi imposible rastrear el voto perdido para saber que pasó... (quizá con un complicado proceso de análisis de huellas dactilares). Pero si hay al menos un voto por el candidato X, ¿quién puede decir quién lo emitió?

Algunas comunidades en Internet (Usenet, como la más grande de las que conozco) han desarrollado sus propios esquemas, y hasta ahora, resulta más o menos común que al final el voto NO sea secreto. Claro, lo que está en juego es mucho menos importante que la elección de un presidente, pero no deja de ser ilustrativo que esa pérdida de secreto, no afecta al proceso. Terminada la votación (donde, de paso, puedo votar múltiples veces, contando sólo el último voto emitido) se indica quienes votaron que cosa, y cada votante sabe si su voto fue bien contabilizado (por ejemplo, en votaciones donde seres humanos revisan votos enviados por e-mail).

Me considero afortunado, creo que todos a mi alrededor saben (o suponen correctamente) a quien doy mis votos. Eso no me ha producido ninguna diferencia apreciable. Nadie me ha negado negocios por haber votado de tal o cual manera, ni me he ganado pitutos por hacerlo. Pero al igual que la muchos de los chilenos que votamos en el plebiscito de 1988, no sé si hubiese estado tan tranquilo de no tener el secreto del voto a mi favor. Por supuesto, eso no quita que hayan chilenos que si son presionados (directa o indirectamente) ni políticos interesados en comprar votos... Pero –y espero- cada vez son menos...

Quizá algún día podamos llegar a ese estado de perfecta democracia donde es posible disentir sin pelear, donde se puede emitir el voto a viva voz, con orgullo de ciudadano... Ese día, el voto electrónico facilitará la vida...

Mientras escribía esta nota, he pensado diversos sistemas de votación electrónica, pero todos siempre topan con el problema del secreto v/s confianza del sistema. Así mientras el secreto del voto sea necesario, me temo que estamos muy lejos del voto electrónico...

Notas:

  1. Al final, se supone que en Venezuela se dejaron fuera los equipos que molestaban a los partidos, pero éstos igual no se presentaron.
  2. Supuestamente, vocales inescrupulosos podrían, al momento de abrir el voto, tener las manos sucias que "manchen" el voto o disponer de un lápiz que les permita agregar rayas que anulen el voto.

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