Por una vía alternativa...

Por dos días, a fines de mes, estará en Chile Anthony Giddens. Es el profeta de “La tercera vía: la renovación de la Social Democracia”, libro que tuvo fuerte impacto en el laborismo inglés y que sirvió de motor ideológico del encuentro de catorce líderes progresistas, como se califican ellos mismos, en Berlín, a comienzos de junio. Junto a tres jefes de Estado sudamericanos -Ricardo Lagos, Fernando de la Rúa y Fernando Henrique Cardoso- en la cita estuvieron desde el Presidente Bill Clinton al sucesor de Nelson Mandela en Sudáfrica, Tabo Mbeki, y los líderes de las principales naciones europeas.

Si bien para muchos, las ideas de Giddens no son nuevas, hay que reconocerles, por lo menos, el mérito de haber sido planteadas en el momento preciso. A Tony Blair, el actual Primer Ministro británico, le aseguraron la llegada al poder. En 1998, en su discurso anual ante el Congreso, el Presidente Clinton fue enfático:

“Hemos dejado atrás el estéril debate entre aquellos que dicen que el gobierno es el enemigo y los que creen que el gobierno es la respuesta (para todo). Compatriotas: hemos encontrado la tercera vía”.

Es, como lo definió en Chile el ex ministro Enrique Correa, “el reencuentro histórico entre el socialismo y el liberalismo.... Liberales y socialistas se reencuentran ahora bajo dos premisas: la confianza en el mercado y la búsqueda de sociedades cohesionadas...” O, como se dijo en un resumen periodístico de la cita en Berlín: “el Estado no sólo debe corregir los excesos de los mercados financieros, sino también debe asegurar un reparto justo del bienestar que generan las nuevas tecnologías”.

Se podría pensar que aquí está la respuesta a la dramática lamentación del ex-presidente Patricio Aylwin, cuando sostuvo que “el mercado es cruel”.

En el mundo entero se ha extendido la convicción de que, cruel o no, el mercado es el mejor asignador de recursos, ciertamente más eficiente que todos los experimentos socialistas que se derrumbaron estrepitosamente hace una década. Pero el mercado no tiene todas las respuestas, menos en tiempos de globalización y el surgimiento de una nueva economía. Tiene que ver, también, con una generación que se deslumbró, en un momento, con las certezas “científicas” que planteaban los economistas, frente al descrédito de los dirigentes políticos. La reivindicación corrió en Berlín por cuenta del dueño de casa, el Canciller alemán, Gerhard Schröder: “Hay que facilitar el regreso de la política y lograr un equilibrio entre la política y los mercados. Queremos crecimiento económico y justicia social”.

Con cautela, el Presidente Lagos ha preferido decir que quienes se juntaron recién constituyen un grupo de amigos que tienen un lenguaje común y que son capaces de hablar francamente de problemas como la economía, la educación y los desafíos de los nuevos tiempos. Todavía falta para que el tema termine de perfilarse. En la cita en Berlín no estuvo Tony Blair, oficialmente porque estaba cuidando de su nuevo hijo. Pero hay quienes temen que haya divergencias de fondo entre los socios de este nuevo club, ya que oficialmente se habló menos que antes de la “tercera vía” y se optó hablar de la “gobernabilidad democrática”. No hay que olvidar, tampoco, que Clinton está al final de su paso por la Casa Blanca y dos de los tres latinoamericanos presentes en la cita -Lagos y de la Rúa- recién están empezando sus períodos.

Lo más probable, sin embargo, es que oigamos hablar mucho más del tema. Sobre todo cuando venga a Chile su padre intelectual, Anthony Giddens.

09 de junio de 2000