La geometría, la política y la TV

La prensa y la llamada “clase política” podrían definirse como dos líneas paralelas. Según la geometría clásica, nunca deberían tocarse. Pero, por lo que se ve diariamente, estas líneas, que no llegan a encontrarse, sí se cruzan y entrecruzan, no solo en Chile sino en el mundo entero. Fue lo que dijo en un seminario sobre “Medios de comunicación y participación ciudadana” realizado en Santiago el sociólogo británico Philip Schlesinger.

La pregunta de la cual se partió era: ¿Hay una crisis del periodismo? Y aunque en su exposición principal se concentró en responder acerca del caso británico, en la ronda de preguntas que siguió, apoyado además por una serie de expertos locales, el tema derivó rápidamente al caso chileno. Se dieron cifras y datos, incluyendo algunas referencias de actualidad, como el controvertido intercambio de intimidades entre un fotógrafo y un opinólogo.

La reunión, auspiciada por le Embajada Británica, que trajo a Schlesinger y la corporación Participa y la organización ProAcceso, contemplaba a un análisis de todos los medios de comunicación pero terminó apuntando sus dardos a la televisión. Hay un argumento convincente: según una reciente encuesta del Consejo Nacional de Televisión la mayoría de los chilenos asegura que su medio favorito de información es la llamada “pantalla chica”. A partir de ahí surgen las críticas acerca de la calidad de la información que se recibe o la atención que se le presta a los noticiarios, que son –según el mismo sondeo- los programas más vistos.

En el Reino Unido, dijo Schlesinger, cada persona ve, en promedio 28 horas de TV por semana, cifra similar a la chilena según explicó el sociólogo Carlos Catalán, del Consejo de Canal 13. Y en estas horas, por cierto, no solo se ven noticias. En Gran Brataña existen, igual que en nuestro país, los “realities” y en este nuevo mundo de la interacción, el people meter on-line se ha convertido en la herramienta más idónea. Sin embargo, aclaró el experto británico, en su país a nadie se le ocurriría aplicar esta medición en otros ámbitos, como es el caso de las noticias. “Alargar o acortar el tiempo que se le da a un comentarista según lo que digan las cifras del people meter on-line es impensable”, sostuvo. Ello, sin embargo, se hace habitualmente con las entrevistas en vivo a la hora de las noticias, pese a que Amaro Gómez Pablos –que ofició de comentarista y de moderador en el encuentro- aseveró que nunca ha tenido una experiencia de este tipo.

Este fenómeno: la influencia del mayor o menos encanto que un personaje o una situación determinada produce en los televidentes, no es la única novedad de nuestro tiempo. Cosas que normalmente producen vergüenza o humillación, dijo Schlesinger, pueden y son negociadas. Ese es, en verdad, el sentido de los realities: el protagonista se desnuda “del alma y a veces del cuerpo”, a cambio de algo, a fin de satisfacer la curiosidad y el morbo de millones de telespectadores.

Y queda un tema que habrá que desarrollar en otra ocasión: la relación entre medios, en especial la televisión, y la política. La experiencia inglesa, con los laboristas y Tony Blair, de vuelta al gobierno después de un verdadero exilio político de largos años, demuestra que la tentación de manipular puede ser muy grande. Y, a veces, hay quienes se dejan manipular. Las líneas paralelas no se encuentran, pero en este caso sí se cruzan y entrecruzan, una y otra vez.

Publicado en el diario La Prensa Austral de Punta Arenas el 23 de julio de 2005

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