Invitación al optimismo

No han sido fáciles las cosas para Claudio Véliz. Cercano ya a los 70 años -nació en Viña del Mar, en 1930- su cercanía con el Pacífico ha marcado profundamente su existencia.

Primero fue la Historia de la Marina Mercante en Chile (1961) y al comenzar la década de los 70, el ambicioso proyecto de la Conferencia del Pacífico, que reunió por primera vez a especialistas de ambas orillas del gran océano.

El gran “pero” fue que se realizó en octubre de 1970, inmediatamente después de la votación popular en la cual obtuvo la primera mayoría Salvador allende, quien sólo se convirtió en Presidente Electo después de su ratificación por el Congreso y una serie de tensiones, incluyendo el atentado mortal contra el general René Schneider. No era ese el mejor momento para un encuentro en que se hablaba mucho del pasado y del presente, pero sobre todo de futuro, cuando muchos chilenos no tenían claro que les esperaba en los meses siguientes. La Conferencia fue un éxito... pero su semilla quedó enterrada por largos años, bajo la avalancha de acontecimientos que marcaron las dos décadas siguientes. Lo que fue un proyecto visionario es hoy realidad: Chile tiene lazos firmes, económicos, culturales y diplomáticos con todos los ribereños del Pacífico,. La APEC no es una palabra rara y la colonia en Australia, cualesquiera sean las razones que la generaron, es comprable al número de chilenos que se afincaron en Suecia...

Pero no es la alianza que soñaba Véliz desde el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile y así lo entendió él mismo hace años. El resultado, este profesor itinerante, con estudios en Florida y en la Universidad de Londres, investigador de Chatham House )Inglaterra) y que ha ejercido también en Australia (en la Universidad de La Trobe), nunca se ha desarraigado de Chile ni de América Latina. Mientras estuvo en Australia concibió una manera original de celebrar el segundo centenario de la isla continente: hacer una cadena de fogatas, a kilómetros de distancia entre sí, que se fueran encendiendo de manera sucesiva, rodeando todo el país.

Esta capacidad de véliz de comprender los sentimientos más arraigados de la gente, en este caso el simbolismo de las grandes hogueras, es quizás lo que hace sus obras -libros y conferencias- tan atractivas. Esta semana, como parte de sus jóvenes 17 años de existencia, la universidad diego portales, lo invitó a Chile. El martes, en el flamante local de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información, ante un auditorio de portalianos e invitados de alto nivel, disertó con pasión y convicción acerca de”Los nacionalismos en la época de la globalización. El caso de América Latina”.

La suya no es una idea nueva: que la mejor reacción frente al aplastante influjo del mundo unido por redes de computadores y una economía envolvente, la constituye la recuperación de los valores autóctonos. En esta línea argumental, Chile, país isleño por antonomasia, tiene según Véliz la mejor opción.

En tiempos de pesimismo, es sin duda una nota refrescante y que invita a soñar. Es lo que ha hecho el doctor Véliz durante muchos años.

Abraham Santibáñez