Guardias fuera de control
No cumple todavía diez años de existencia, pero su vida es próspera: los conflictos de Afganistán e Irak convirtieron a Blackwater en una bien posicionada firma de seguridad de nivel mundial. Según su propia afirmación, nunca ha muerto ninguna persona a la cual haya estado prestando protección. Pero en Falluyah, hace tres años, cuatro de sus empleados fueron capturados y quemados por una iracunda muchedumbre sunita. Y hace menos de un mes, el 16 de septiembre, 17 civiles iraquíes fueron muertos por funcionarios de Blackwater en un confuso incidente. Las autoridades de Irak sostienen que fueron asesinados y quieren ponerlos bajo control. Pero el gobierno del Presidente George W. Bush cuenta con empresas como ésta para el reemplazo eventual de las tropas que envió a derribar a Sadam Hussein. Defendió lo obrado y se opuso, incluso, a la enérgica reacción del propio Congreso norteamericano. Fue inútil: el jueves pasado, la Cámara de Representantes (Diputados) votó abrumadoramente por obligar a Blackwater y a todas las empresas contratadas por el gobierno a someterse a las leyes y a la justicia de Estados Unidos. La votación fue categórica: 389 contra 30. La única manera de imaginarse lo que significa Blackwater es recordar algunas películas que de vez en cuando presenta el cable: militares en retiro obsesionados por la necesidad de proteger su patria cueste lo que cueste. Con el gobierno de Bush han tenido carta blanca. La empresa fue fundada por un ex seal, equivalente de los boinas negras entre los marines. Dice que nació de la comprensión de la necesidad de innovación, entrenamiento flexible y soluciones innovadoras, a fin de apoyar la seguridad y la paz y la libertad y la democracia en cualquier parte. No se trata, subraya, de una simple empresa privada de seguridad. Obviamente es mucho más: ha entrenado, asegura, a decenas de miles de efectivos de seguridad, y tiene una base tan bien equipada en Norfolk, Virginia, según anotó The New York Times, que la Marina norteamericana la usa rutinariamente... lo mismo que oficiales de policía de todo el país. En rigor, hace de todo: asesora y presta servicios varios, incluyendo detección de explosivos; adiestra perros y ayuda a diseñar y levantar construcciones seguras. Una de sus creaciones es el Grizzly, un transporte blindado en el cual, sostiene, se han incorporado las lecciones de Afganistán e Irak: Estamos dedicados a fabricar excelencia. Estamos dedicados a proporcionar seguridad en terreno. En este caso se trata de un vehículo capaz de contrarrestar las más letales amenazas del combate urbano. La otra joyita es el Polar 400, una aeronave sin piloto para vigilancia y comunicación. No se explica más, pero se incluye la imagen de un dirigible, lo que permite entender por qué el Polar 400 puede estar prácticamente detenido en el aire, entre dos mil y cinco mil metros de altura, y desplazarse con rapidez si fuere necesario. No todos son aplausos en Washington. El viernes pasado, la Secretaria de Estado, Condoleeza Rice, ordenó dentro de su área de atribuciones- lo que se consideró un respaldo al Congreso: estrictas medidas de coordinación para la protección de convoyes diplomáticos. Oficialmente, sin embargo, la medida se tomó para mejora la responsabilidad y el control. Es lo que quisieran los iraquíes.
5 de octubre de 2007 |