Bolivia: un tema que preocupa
El Presidente Salvador Allende usó repetidamente la frase "con serena firmeza y viril energía" al definir su estilo de ejercer el poder. Si lo fue así o no, es un problema que todavía están tratando de resolver los historiadores. En cambio, la gran mayoría de los chilenos estaría de acuerdo en que estas mismas palabras resumen una opinión compartida ante la actitud del actual Jefe de Estado chileno frente a la inesperada arremetida de su colega boliviano en Monterrey, preludio de acciones mayores en todo plano. Como es obvio, más allá de nuestras fronteras el análisis es distinto. La prensa de Bolivia ha abundado en adjetivos descalificadores: "Lagos se enfada"; la de Chile es una postura "cavernaria", fueron algunas de reacciones típicas. Más suave, el diario Los Tiempos., de Cochabamba, editorializó que aquella fue "una jornada histórica" para "la demanda nacional de una solución definitiva al problema marítimo". Es probable que ambas visiones sean correctas, reflejo de la profundidad del abismo que separa las posiciones de uno y otro país. Pocos discuten la legitimidad de los derechos de Chile sobre los antiguos territorios de Bolivia (y también, no hay que olvidarlo, de Perú). Pero ello no impidió que en los últimos meses la demanda boliviana se haya hecho cada vez más fuerte. El trágico desenlace de la discusión sobre la exportación de gas natural que incluso le costó el poder al Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada fue el detonante final. Es que, independientemente de los argumentos racionales que utiliza Chile y su permanente afirmación de que no hay problemas pendientes, que no hay una discusión sobre la soberanía de ningún territorio y que, si hay algo que tratar, debe ser a nivel bilateral, la posición boliviana ha logrado sensibilizar buena parte de la opinión pública latinoamericana y mundial. No es racional el argumento boliviano de que la mediterraneidad sea la causa de su subdesarrollo e inestabilidad política. Pero, aunque se ponga a Suiza y a Austria como ejemplos, la imaginación popular se aferra a la idea de que el mar es la solución. La serena respuesta del Presidente Lagos frente a Carlos Mesa -quien evitó prudentemente mayores estridencias- no fue debidamente valorada. Tampoco se tomó en cuenta su ofrecimiento de reanudar relaciones diplomáticas "aquí y ahora". La posición chilena es sólida desde el punto de vista del derecho. Pero puede debilitarse y de hecho así está ocurriendo, en el terreno de los sentimientos. Debido al impacto de los medios de comunicación, esta es una realidad que no puede soslayarse. No será fácil encontrar una solución. Pudo lograrse durante el régimen militar, pero la idea de un canje no prosperó porque Perú tiene derecho a veto en lo que se refiere a sus antiguos territorios. A esta negativa se acaban de sumar las autoridades locales de Tacna y Arica que no quieren ver interrumpida la continuidad física de sus comunicaciones. Un "corredor" o franja de terreno en cualquier otro sitio que no sea en la actual frontera norte de Chile parece impensable. Pero más impensable todavía es no hacer nada y creer que los títulos que posee Chile no requieren de ningún esfuerzo ni preocupación adicional..
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