¿Quién nos conviene en Estados Unidos?
Aunque la campaña electoral de Estados Unidos sólo comenzará oficialmente a mediados de año -después de las convenciones demócrata y republicana- la carrera ya empezó. El martes pasado, el "súper-martes" consagró virtualmente la postulación del opositor demócrata John Kerry, haciendo que únicamente un imprevisto impida que en noviembre se enfrenten él y George W. Bush. Esto es lo único -relativamente- seguro en esta campaña. A pesar de la ventaja que siempre tiene el presidente que busca la reelección, el recorrido que espera a Bush no será fácil: la comprobación de la inexistencia de las armas de destrucción masiva en Irak, argumento con que justificó la guerra, ha erosionado gravemente su credibilidad. Más caro le pueden resultar la campaña misma y la ocupación de Irak. Si la guerra fue "limpia", la posguerra ha sido desastrosa. Como si fuera poco, en los últimos días, un aviso en que se usaron imágenes de las destruidas Torres Gemelas de Nueva York generó una muy negativa reacción en su contra. Pero Kerry tampoco tiene el futuro despejado. La dura campaña interna puso en evidencia algunas de sus contradicciones: héroe en Vietnam, fue también un militante pacifista. Ello no tendría nada objetable si no fuera porque se asegura que en un acto en que los ex combatientes desecharon sus condecoraciones, Kerry se limitó a desprenderse de las cintas de las suyas. El peor escollo para su candidatura, sin embargo, es la persistencia de Ralph Nader, cuya presencia en la carrera del año 2000 pudo hacer la diferencia entre el triunfo y la derrota de los demócratas. Ahora se podría repetir la situación. Ya está dicho: aunque no oficialmente, la campaña ha empezado. Y para decirlo en lenguaje coloquial, será "con tutti". Sin embargo, el comienzo de la lucha -saludos de felicitación del presidente, incluidos- tuvo ribetes caballerescos. Pero nadie puede anticipar lo que ocurrirá en los próximos meses. Tampoco se puede anticipar, en una perspectiva chilena, quién es el mejor candidato para nuestro país. Hace años dos eminentes comentaristas -Alejandro Magnet y José María Navasal- coincidieron, cada uno en su estilo, en la convicción de que todos los ciudadanos del mundo deberían tener derecho a voto en los comicios norteamericanos. ¿La razón? Las decisiones que se toman en la Casa Blanca, tarde o temprano, nos afectan a todos. En el caso de Bush, es efectivo que para la economía chilena su gobierno ha sido positivo, en especial por el apoyo al Tratado de Libre Comercio. No es seguro que hubiera ocurrido lo mismo con Al Gore. Los demócratas, liberales en política, son proteccionistas en lo económico. Chile ganó con Bush. Pero ¿el mundo, qué? Una guerra como la de Irak, con todas las tensiones que generó, tiene un precio demasiado alto. Y, lo que es más importante, todavía no se ha logrado lo que era su objetivo: la paz. Y eso también debería importarnos. Más que los eventuales beneficios del TLC.
Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas en marzo de 2004 |