Cuba: ¿un ensayo general?
La tradición chilena dice que, después de cierta edad, uno debe preocuparse de pasar agosto. Fidel Castro, en cambio, estuvo a punto de no pasar julio. En la noche del lunes 31, según un comunicado personal leído por televisión, fue sometido a una delicada intervención quirúrgica que lo obligó a delegar todos sus cargos en su hermano Raúl. Las reacciones fueron inmediatas. En Cuba se impuso una cortina de silencio, reforzada por la declaración de secreto de Estado de la salud de Castro. En Miami, la comunidad cubana en el exilio desató un carnaval callejero ante el convencimiento de que en realidad el viejo dictador estaba muerto. Desde Vietnam, el Presidente venezolano Hugo Chávez fue el primero en hacer llegar sus deseos de pronta recuperación. Como comentó Sylvie Kauffmann en Le Monde, no fue casualidad que así ocurriera. Ni tampoco fue casualidad, agregó, que la noticia del viaje de Chávez estuviera en primera plana en Granma, al día siguiente, junto con el comunicado sobre la salud de Fidel Castro. En estos regímenes, remachó el comentario, nada ocurre por casualidad. Es una buena reflexión a la hora de analizar los acontecimientos ya que, debido a que Fidel Castro no fue vuelto a ver hasta el momento de escribir este comentario, ni tampoco su hermano y sucesor, prosperaron el rumor y la especulación. Algunos siguen creyendo que Castro ya murió. Pero un grupo creciente sospecha que todo fue un pretexto para un gran ensayo general de lo que inevitablemente deberá ocurrir algún día. Cualquier autoridad, pero sobre todo en una dictadura que por naturaleza ansía tener todo bajo control, necesita poner a prueba sus planes de crisis. Hasta ahora, sin embargo, nadie había logrado -si esto sólo fuera eso: un ensayo- hacerlo a escala real. Unicamente los cubanos, dado el férreo control impuesto por casi medio siglo por el castrismo, podrían hacerlo. Si así fuera, hay que reconocer que el resultado ha sido un éxito. Pero el problema es que nadie sabe lo que ocurrirá en definitiva cuando Fidel Castro desaparezca de este mundo. Hasta ahora, la mejor simulación ha sido la que realizó en febrero de este año un grupo de cubanólogos de la Universidad de Miami. Los académicos, que analizaron lo que sucedería en una Cuba sin Fidel Castro, se pusieron como fecha el 14 de febrero de 2008. Ese día, a las seis de la mañana, los cubanos despiertan con la noticia de que el octogenario líder ha fallecido. Faltan apenas unos meses para que entere medio siglo en el poder. Los pasos iniciales son idénticos al libreto actual: Raúl Castro asume todos los poderes. Inicialmente no pasa mucho más. Hay gente aquí (en Miami) que cree que el día que muera Fidel aquello se acaba, pero ese es un escenario de poca probabilidad comentó entonces Jaime Suchlicki, director del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami. En febrero de este año, el análisis indicaba que la crisis post-Fidel se produciría por razones económicas. Hoy día, en cambio, el contundente apoyo de Hugo Chávez puede alterar el resultado. Como dijo Le Monde, nada ocurre por casualidad en estos regímenes. Ni siquiera en el caso que Fidel Castro esté realmente grave... o muerto.
Publicado en el diario El Sur de Concepción el 7 de agosto de 2006 |