También hay responsables civiles
Casi 35 años después de ocurrido los hechos, el 2008 comenzó con una resolución judicial que sorprendió a muchos: en los primeros días de enero, el ministro en Visita Héctor Solís determinó procesar a dos civiles como autores de homicidio calificado y a otras cuatro personas por secuestro calificado. Se trata de los presuntos responsables de la desaparición y muerte de 24 personas en octubre de 1973. Es el llamado Caso Paine, por esta localidad al sur de Santiago. La noticia de que más tarde el ministro Solís interrogó, en calidad de inculpado, al general de brigada Guillermo Castro Muñoz, comandante de la Segunda División de Ejército, se apropió de todos los titulares. Pero es el caso mismo el que nos debería llamar la atención. Esta es la primera vez que un grupo de civiles-civiles es procesado. Antes fueron oscuros personajes relacionados con la DINA u otros servicios de seguridad. Según el abogado Luciano Fouilloux, esta se trata de una decisión muy trascendental , donde queda claramente establecido que los uniformados no actuaron solos. Fouilloux representa a Pamela Pereira, hija del pequeño industrial Orlando Pereira , una de las 24 víctimas.. Para Pamela ha sido una larga batalla que incluye una frustrada sensación de alivio en junio de 2000, cuando firmó el acuerdo de la Mesa de Diálogo. La confianza en que finalmente se tranquilizarían los espíritus y se conocería la suerte de los detenidos desaparecidos se convirtió entonces en amarga decepción En esos días le contó a la periodista Raquel Correa lo ocurrido con su padre. Según sus averiguaciones, fue fusilado junto al resto de los detenidos. Uno de ellos, Alejandro Bustos, El Colorín de Paine, dio testimonio (http://www.lashistoriasquepodemoscontar.cl/sandias.htm) de que se salvó providencialmente. Fueron llevados a eso de la una de la madrugada hacia lo que inicialmente creyeron que sería el Estadio Nacional u otro lugar de detención. En vez de ello, fueron obligados a bajarse a orillas del río y allí se les disparó: Sucedió todo en un segundo, lenguas de fuego salieron por los cañones y las ráfagas comenzaron a rugir. La noche pareció iluminarse con demonios y una quemazón en el brazo me echó al suelo, caí revolcándome, Orlando Pereira cayó encima mío, su sangre corrió por mi cuerpo. Quedé de costillas al lado del sargento Reyes y Pancho Luzoro gritó éste ya está muerto!, entonces con Daniel Carrasco me tomaron de las piernas para arrojarme al agua. Pero no alcancé a caer, unas moras me detuvieron. Desde allí alcancé a ver cómo a los otros los remataban, o no sé si estaban todavía vivos porque eran miles de balazos y les seguían disparando. Creo que casi todos ya estaban muertos, pero igual, pararon de disparar y empezaron a torturarlos. Este testimonio y otros similares eran conocidos en Paine. Pero solo ahora la Justicia se hizo cargo. Al momento de la citación al general Castro, el ministro de Defensa recordó la necesidad de tener presente la presunción de inocencia. En el caso de los civiles que ya están detenidos, no parece haber dudas.
Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas enero de 2008 |