Un paso en falso de Piñera.

Columnista invitado: Jorge Donoso Pacheco

La candidatura de Sebastián Piñera en su legítimo interés por alcanzar la Presidencia ha manifestado explícitamente su interés en ampliar su votación hacia los que el candidato llama “los votos de centro”, los que están referidos preferentemente a los que respaldan a la Democracia Cristiana. Para ello, cada vez que tiene oportunidad el candidato alude a la militancia de sus padres en ese partido, desde su fundación hasta su muerte, como si ello tuviese, de manera total o parcial, un carácter hereditario.

Ha tomado otras iniciativas en igual sentido, pero cuyo efecto o consecuencia son discutibles o francamente contraproducentes. La primera fue hacer flamear algunas banderas de la DC, con el símbolo de la Falange Nacional, en algunas de sus proclamaciones. Lo único malo para las pretensiones del candidato es que varios de los que portaban estas banderas no tuvieron la precaución de cambiar sus poleras de Renovación Nacional por otras más neutras, por lo que el artificio quedó al descubierto. Luego, los responsables de la candidatura hicieron trascender que un numeroso grupo de democratacristianos anunciaría solemnemente su incondicional adhesión. Para concretar el anuncio y buscando provocar gran expectación, se convocó a un desayuno, seguido de una conferencia de prensa en la que se daría a conocer la nómina.

En esa oportunidad se entregó una esmirriada lista de trece personas, no todas militantes democratacristianas, que sufrió sus primeras bajas antes de que comenzara el desayuno. Eran dos militantes que habían sido convocados a escuchar al candidato sin mayor compromiso, pero que sin ser consultado, fueron incluidos como adherentes a la candidatura. Partida con el pie izquierdo, que para una postulación de derecha es doblemente negativo.

Una vez entregada la que se suponía era una sustanciosa lista, fue como “el parto de los montes”; es decir, después de todo el ruido que habían hecho “los montes” salió de entre ellos un débil ratoncito. No había ningún dirigente de primera línea. Varios habían renunciado al partido hacía mucho tiempo y otros derechamente nunca fueron militantes de la Democracia Cristiana. Peor que eso, en otros casos para darle más enjundia al listado, a algunos de los pocos militantes del rol se les inventaron cargos o responsabilidades que nunca tuvieron, lo que levantó las primeras iras de los dirigentes y los militantes más enterados de la DC.

Si en un comienzo, por razones de caridad cristiana, podía haber comprensión para los camaradas que abandonaban el barco, este tipo de artificios -de responsabilidad principalmente de los organizadores de este episodio- provocaron franca molestia y un gran desagrado en las filas DC.

Sin embargo, faltaba la “guinda de la torta”: Los nuevos adherentes de Piñera anunciaron que su gesto político iba más allá y que en ese momento estaban fundando un nuevo movimiento “humanista cristiano”, y su ideólogo sería el filósofo Fernando Moreno Valencia. Éste había abandonado la DC, ya hace unas decenas de años, por razones ideológicas, porque su posición había derivado en un furibundo fundamentalismo de ultraderecha. En este transitar, se convirtió en un tenaz enemigo de la teología de la liberación y en firme defensor de la dictadura de Pinochet, a cuya existencia y acciones pretendió darle sustento filosófico aplicando los que él llama principios de este particular “humanismo cristiano”. Eso lo llevó a enfrentarse con el ideólogo de la DC Jaime Castillo, en varias ocasiones. Consecuente con esa postura, Moreno es conocido como un cercano, sino el más próximo, asesor del cardenal Jorge Medina, lo que puede clarificar mucho mejor los puntos que calza en el plano de las ideas.

Acciones que se suponía estaban destinadas a aproximarse a la DC terminan siendo una agresión a este movimiento. La última, la de los que se descolgaban de la DC, sin duda de mayor gravedad. De este modo, lo que pretendía darle un matiz progresista o de centro a la candidatura de Piñera terminaba en la entrega de una lista de adherentes cuya figura más destacada era un pensador de ultraderecha. Es decir, todo mal. Definitivamente, un paso en falso.

Publicado en La Nación 16 de Diciembre de 2005

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