Chile en China: amor, cobre y acero
A comienzos de junio se casó en China una chilena. Nuestro embajador, Fernando Reyes Matta, la conoció cuando ella fue invitada a visitar a los padres de su novio y la joven, sin más conocidos en un país de 1.400 millones de habitantes, fue a preguntarles al representante chileno y a su esposa qué debía hacer. No ha trascendido si alguien le pidió su opinión al embajador ante una posible compra por parte de intereses chinos de la CAP, como se ha rumoreado. Pero es evidente que un negocio de esa magnitud de todas maneras termina rebotando en la Embajada. Ello ayuda a entender por qué no es fácil estar al frente de la representación chilena en Beijing. El TLC, el primero de China con una sola nación, despierta apetencias y temores y todos llegan finalmente al despacho de este periodista, profesor universitario que ya acumula no pocos años de experiencia como diplomático. Probadamente imaginativo desde que se inició en el periodismo junto al legendario Tito Mundt, Reyes Matta ha hablado ante potenciales inversionistas chinas, luego de salir de dentro de un moai de cartón piedra. Ha estado con ilustres visitantes de Chile (empresarios grandes y pequeños, autoridades académicas, el Comandante en Jefe del Ejército y un contingente de mujeres periodistas que terminaba de recorrer la díscola Taiwán) y ha conversado con las principales autoridades de China. A estas últimas no deja de impresionarles el hecho que, en 1973, cuando viajó a ese país junto con el entonces canciller Clodomiro Almeida, Reyes Matta estuviera presente, a su lado en la entrevista con el Primer Ministro Chou En-lai, un nombre hasta hoy recordado reverentemente. De paso por Chile no se podría hablar de vacaciones, ya que sostuvo numerosas reuniones con autoridades y con personeros interesados en intercambio de todo tipo- Reyes Matta estuvo en la Universidad Diego Portales. Conversó con jóvenes estudiantes acerca de los desafíos que presenta China para nuestro país. Ahí contó la fulminante historia de amor de un chino y una chilena que anuncia, a su juicio, cómo viene la relación futura entre nuestros dos países, tan lejanos y de tamaños tan distintos. A los chinos, explicó el embajador, les llama profundamente la atención la forma de nuestra país, tan largo y tan flaquito. Esta pequeña nación goza de gran respeto porque estableció tempranas relaciones con Beijing y después reconoció su potencial económico al apoyar su ingreso en la Organización Mundial de Comercio. Su fabuloso crecimiento no sería posible sin el cobre chileno (y, según parece, sin el acero de Huachipato). Es sorprendente, si se toma en cuenta las tremendas diferencias que se resumen en un dato: cada cien chinos hay un chileno. En la actualidad, el mineral rojo y otros ocho productos componen el 98 por ciento de los cinco mil millones de dólares que anualmente compra China a Chile. En esa perspectiva, las ventas de vino chileno, por ejemplo, son todavía insignificantes. Pero han contribuido poderosamente a dar una nueva imagen país al aparecer en los supermercados donde se abastece la elite económica que emerge. No se trata de una población pequeña: Son 250 millones de personas que viven en 16 grandes ciudades y que, como Condorito, están en la etapa de repetirse, una y otra vez, la frase sacramental: No se fije en gastos, compadre... No son los únicos. De igual manera podrían pensar los eventuales compradores de una parte de la CAP.. o su totalidad.
Publicado en el diario La Prensa Austral de Punta Arenas el 22 de Junio de 2007 |