Recuperar la confianza
Ciento veinte historias, que representaron otras tantas pequeñas tragedias, tuvieron un final feliz el 19 de septiembre. En medio de la muchedumbre que concurrió al Parque OHiggins, en Santiago, a presenciar la Parada Militar, se perdieron 120 niños. Todos ellos, en un plazo máximo de dos horas se reencontraron con sus padres. ¿La razón? En cada caso, según comentó el capitán Rolando Molina, los pequeños acudieron a carabineros para pedir ayuda. Antes llegaban porque otras personas los encontraban, pero ellos (los niños) no acudían directamente a carabineros, explicó. Este es apenas un detalle en un tenso ambiente, que obligó al gobierno a plantear un gran esfuerzo en una cumbre de seguridad y en el cual la oposición insiste en acusar a las autoridades de fracaso total en esta materia. Pero, librando su propia batalla, el cuerpo de Carabineros se esfuerza por recuperar las confianzas perdidas. Como en todo orden de cosas, en esta relación entre los encargados del orden y la ciudadanía las relaciones se construyen lentamente... y se pueden deteriorar con impensada rapidez. Finalizado el régimen militar, en el cual los carabineros se llevaron la peor parte, en democracia su suerte no ha sido fácil. Con la Presidenta Bachelet sufrieron una dolorosa humillación cuando los retó en público por haber el trato dado a los profesionales de la prensa. Esa vez la acompañaba ante las cámaras el presidente del Colegio de Periodistas, Alejandro Guillier. El insólito llamado de atención nunca ha sido comentado, pero sin duda creó un resentimiento profundo, no por inmerecido, sino por el despliegue que lo rodeó. Sólo la muerte del cabo Cristián Vera, en la noche del 11 de septiembre, permitió advertir que en La Moneda se piensa de otra manera. Hoy el gobierno parece entender, como lo proclamaba Eduardo Frei Montalva hace casi medio siglo, que el principal anhelo de cualquier comunidad es tener una escuela... y un retén policial: educación y seguridad han sido históricamente las prioridades de los chilenos. Y en ese sentido está apuntando, después de año y medio en el poder, el gobierno de Michelle Bachelet. Se pudo haber empezado antes, pero aun es tiempo. Lo malo es que no basta con lo que se ha anunciado. El aumento de fondos para construir nuevas comisarías es vital. Lo mismo que el esfuerzo por recuperar las armas que están en manos de la población y que no sólo hieren y matan a policías, sino que suelen alcanzar a civiles inocentes, incluyendo niños. El fuego cruzado en las poblaciones, especialmente en algunos sectores de Santiago, ya ha matado muchos niños. Para darles seguridad se necesita un gran esfuerzo, incluso que vaya más allá de los recursos que se están destinando. También debe generarse más confianza. Se ha ganado terreno con los niños. Debería ganarse con los jóvenes y los adultos. Ello no será fácil, pero es necesario.
21 de septiembre de 2007 |