Vivir en la incertidumbre
Para quienes les cuesta entender lo que fue la bíblica torre de Babel, lo más práctico es asomarse a cualquier congreso internacional. Lo habitual es encontrarse con una variada fauna, en medio la cual los que se conocen de reuniones anteriores se abrazan y saludan ruidosamente y los que empiezan a conocerse hacen lo mismo, aunque en tonos más bajos... al principio. Si a lo anterior se agrega que dicho congreso no es uno, sino dos, y que se trata de un encuentro de unos 500 periodistas, comunicadores, investigadores, sociólogos, académicos en su mayoría con títulos de doctor u otros semejantes de la nobleza universitaria, se empieza a entender mejor lo que debe haber sido Babel: el caos organizado, aunque se trate, como acaba de ocurrir esta semana (24 al 29 de Abril), en Santiago, de un evento que congregó representantes de América Latina, Estados Unidos y la Península Ibérica. Sólo tres idiomas: castellano, portugués e inglés, pero más de 25 acentos distintos, porque en la era de la globalidad las minorías de hacen notar y las regiones vienen de vuelta -igual que en Chile- reclamando por sus antiguos fueros. Eso fue el doble encuentro de Alaic e Ibercom, un encuentro de investigadores y de comunicadores que se realizó en Santiago bajo el alero de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la Universidad Diego Portales. No es importante porque se hizo en la universidad que me acoge desde la creación de su Escuela de Periodismo, en 1988 (sería mucho egocentrismo), sino porque ha sido la reunión más numerosa de su tipo jamás organizada en Chile. Son variados los superlativos que se le pueden aplicar, pero hay por lo menos un aspecto que no se puede eludir en un primer comentario: la visión de la política comunicación del gobierno de Ricardo Lagos, que entregó la juvenil subsecretaria del Ministerio Secretaría General de Gobierno. Lo de Carolina Tohá, hija del periodistas José Tohá, muerto en sombrías circunstancias, fue toda una revelación. El suyo fue un discurso elaborado sobre una base preparada por los expertos del Ministerio, pero, como notó un periodista del Centro de Prensa, fue revisado con lápiz verde de pasta a lo largo y ancho. El resultado final fue un texto casi simultáneo con los anuncios que hizo el Jefe del Estado en la Asamblea de la Archi, y que puede considerarse el comienzo de una política renovada en el área de las comunicaciones. Carolina Tohá se situó en el tema del encuentro: Sociedad de la Información, globalización, convergencia, diversidades. Dijo: Como todos los grandes procesos de intercambio a nivel mundial, que comienzan siendo comerciales y terminan siendo culturales, hoy en día la globalización dejó de ser un fenómeno puramente económico y ha alcanzado otros ámbitos de la vida social, como son las comunicaciones y la identidad. No sólo las fronteras económicas van perdiendo importancia, sino que, junto con éstas, también se van debilitandoi nuestras fronteras culturales. Pero no es cuestión de resignarse ante lo que podría parecer un fenómeno inevitable de banalización o de macdonalización como lo ha llamado algunos. Lo que propone la autoridad es buscar nuestra identidad con el mismo empeño, en las tradiciones campesinas y urbanas... como también en aquellas nuevas tradiciones a las que nos incorporamos a través de la televisión satelital o Internet. Más aún, lo que a primera vista puede parecer negativo -la incertidumbre- tendría que ser asumida de una manera diferente: en un país de individuos aislados y abandonados a su fortuna, la incertidumbre es intimidatoria y puede ser desintegradora, pero en un país de ciudadanos , con derechos y responsabilidades, puede ser positiva. Puede ser incorporada, dijo Carolina Tohá, a través de la política de comunicación no como un elemento que coarte la iniciativa de las personas, sino que la estimule, que no aisle a los ciudadanos, sino que los vincule generando solidaridad y sentido de futuro compartido. La incertidumbre lleva, si se aseguran las condiciones políticas, sociales y económicas, a tomar decisiones y asumir riesgos, a enfrentar nuevos desafíos, a superar los problemas que hemos arrastrado por generaciones. Es allí donde aspiramos que nuestra comunicación actúa como catalizador que gatille la acción, potenciando una incertidumbre creativa, responsable y solidaria... Después de todo, lo que parecía Babel, parece tener sentido. No sólo por las palabras de Carolina Tohá. Pero sí en parte importante por el vigor de su presencia y de su mensaje...
(29 de Abril de 2000) |