Santiaguinos agradecen sin reservas los sacrificios de papá
Salvo el 21 de mayo y el 18 de septiembre parece que todas nuestras celebraciones tienen su origen fuera de Chile. El Día del Padre integra la misma corriente migratoria que viene de Estados Unidos, como el Día de la Madre y Halloween. Comercialmente han tenido más éxito que el Día del Medio Ambiente o el Día de la Raza, al cual hasta le cambiaron el nombre y la fecha. Al Día de la Libertad de Prensa, establecido por Naciones Unidas para el 3 de mayo, le ha ido peor: ni siquiera figura en el ranking de los olvidados. Papá, en cambio, llega ahora con fuerza imparable. Salvo un grupito que no celebra (16 por ciento) ni hace regalos (21,3 por ciento), la mayoría de los santiaguinos como millones de hijos en todo el planeta- ya incorporaron la ocasión a su calendario personal. A lo mejor podría notarse un matiz de menor entusiasmo en relación al desborde de sentimientos que provoca el Día de la Madre. Igual, sin embargo, una mayoría está dispuesta a celebrar y a gastar aunque sea en un engañito. La ocasión, por si no sabe, la puso en marcha en 1909, es decir hace casi un siglo, una ciudadana de Washington de nombre rimbombante: Sonora Smart Dodd. Ella quería rendir homenaje a su padre, que quedó viudo cuando su mujer dio a luz y se encargó de criar a media docena de hijos. Es el mismo argumento de más de un tercio (34 por ciento) de los habitantes de Santiago: creen que este es un buen modo de agradecer a su progenitor por lo mucho que se sacrificó por mí. Los otros datos de la consulta, realizada por especialistas de la Universidad Diego Portales por cuenta de Publimetro, son los siguientes:
Abraham Santibáñez |