Editorial

Una batalla sin triunfadores.

 Santiago, 23 de Abril de 2001

La frase más reiterada de los militares -y no siempre la más creíble- es que ellos conocen la guerra y por eso le temen. Hay gobernantes que al parecer olvidan las lecciones del pasado y no temen en embarcarse en desiguales contiendas con los estudiantes. La historia de Chile y del mundo está llena de casos en que pequeñas causas generaron grandes efectos

Nadie puede dudar de las buenas intenciones de la ministra Mariana Aylwin. tampoco de las autoridades a cargo del control de orden público. Pero las dos semanas de protestas estudiantiles a propósito de los "pases" escolares han podido provocar más de una tragedia. En 1931, en un contexto muy diferente, porque era la rebelión contra una dictadura, agravada por la crisis económica mundial, la muerte de un estudiante de Medicina precipitó el final del régimen. Si Carlos Ibáñez hubiera querido (o podido) emplear toda la fuerza, tal vez habría logrado superar la situación, como lo hizo porfiadamente desde 1983 hasta 1989 Augusto Pinochet. Pero ningún gobierno democrático, o con un mínimo de sentimientos humanitarios, está en condiciones de hacer lo mismo. Lo probó el Presidente Charles De Gaulle, quién se sintió obligado a dejar el poder tras los acontecimientos de Mayo y Junio de 1968. Es cierto que las manifestaciones se engarzaron en una ola de demostraciones estudiantiles en todo el mundo, pero no hay que olvidar que se iniciaron en Francia por la muerte de un joven que huía de la policía de la misma manera como lo han hecho miles de estudiantes chilenos en los últimos días, felizmente -para Chile y para el Preside te Lagos- sin víctimas fatales.

Parafraseando a los militares, habría que decir que se sabe cuando empiezan las manifestaciones estudiantiles, pero nunca cuándo y cómo terminan.

La última semana de abril parece prometer un restablecimiento de la paz y del orden. Pero si ello ocurre, no se podría decir que el gobierno haya ganado esta batalla. En medio de combates en múltiples frentes, sólo se puede decir que se han agregado nuevos descontentos a una lista que crece, en la que ya se inscribieron los cesantes, los automovilistas (ahora también los propietarios de automóviles catalíticos), los taxistas, los enfermos terminales, los exportadores, los agricultores, los empresarios e importantes sectores de trabajadores.

Frente a este panorama, parece un pobre ejercicio de vanidad que el Presidente de la República asegure que tiene la mano firme en el timón. Lo menos que le han dicho es que puede ser, entonces, un problema de brújula....

En este cuadro, resulta loable el esfuerzo del cardenal Errázuriz por levantar el ánimo de los chilenos. A ello apuntaron sus propias declaraciones y la airada homilía del sacerdote Joaquín Alliende el Domingo de Resurrección. Pero es evidente que hay situaciones que no se resuelven únicamente con leyes... ni tampoco con homilías, por bien inspiradas que sean.

Abraham Santibáñez