Un panorama bastante menos sombrío
Santiago, Domingo 3 de Agosto de 2003
El 2002 no tuvo un feliz término para el Presidente Lagos. El 2003
no empezó mejor. Los continuos tropiezos con los tribunales y el fuerte
rechazo de la opinión pública, agravados por una oposición
implacable, que aún se sentía con un seguro ganador para las
próximas presidenciales, pusieron contra la pared al gobierno. En
seis meses, sin embargo, se advierte un vuelco importante, que puede ser
decisivo para lo que ocurra en los comicios que vienen, tanto municipales
como presidenciales.
La explicación de lo ocurrido pasa por varios planos.
Por una parte, pese a que no logra despojarse de cierta imagen de soberbia
que lo ha acompañado desde siempre, el Jefe del Estado evitó
que las acusaciones de corrupción lo alcanzaran. Salvo dos o tres
indirectas, nadie lo ha involucrado en los escándalos que afectaron
al Ministerio de Obras Públicas que tuvo a su cargo en años
pasados. Después de todo, los chilenos compartimos la convicción
tradicional de que el Presidente tiene una dignidad que todos debemos respetar,
empezando por la propia persona que ocupa el cargo.
Han ayudado otros factores:
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La opinión pública, tan reacia frente al tema hace apenas unos
pocos años, finalmente ha aceptado que el tema de las violaciones
a los derechos humanos es una verdad dolorosa y profunda a la cual no se
le puede echar tierra. Todas las encuestas coinciden en que este tema debe
ser abordado y que debe encontrarse una solución para las víctimas
y sus familiares.
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No se debe olvidar en este punto la gran colaboración de las Fuerzas
Armadas, empezando por el Ejército. Por ello mismo resulta lamentable
que, en agudo contraste, la Armada haya mostrado una obstinada reticencia
en la materia, cuyas cabezas visibles son el senador designado Martínez
Busch y el elegido Arancibia.
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El Poder Judicial también se ha mostrado más permeable a los
sentimientos mayoritarios de los chilenos, menos comprometido con los años
más sombríos de la dictadura.
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Nada hay que ayude tanto a un gobierno que el éxito económico.
Todavía falta, pero finalmente parece que la crisis generada a fines
de los 90 en Asia y que tan duramente castigó a Chile, finalmente
ha quedado atrás. La cesantía disminuye, se aprueban tratados
de libre comercio, pareciera que la globalización no sólo trae
problemas sino es también una promesa de beneficios.
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Ningún recuento, sin embargo, sería completo si no considerara
que, para lograr este panorama favorable, lo más importante sigue
siendo la sustentación política que debe tener todo gobierno.
La Concertación, tan a mal traer hace apenas unos meses, parece estar
levantando cabeza. No ha sido fácil, ha habido que aceptar posiciones
duras, como la de Adolfo Zaldívar en el PDC y fue necesario
que triunfaran nuevos líderes en el PS y en el PPD (sobre todo en
el PPD) para que realmente en La Moneda se pudiera mirar con más optimismo
el futuro.
Pero no todo es una promesa de futuro esplendor. La CUT ha lanzado
el guante para los próximos días, pidiendo una mayor
consideración para el mundo del trabajo. No es suficiente, plantea,
que disminuya la cesantía. Lo que Arturo Martínez y los dirigentes
de la central de trabajadores exigen, son mayores garantías
económicas y, por lo menos, un trato tan deferente como el que creen
se le da a los empresarios.
El panorama es mejor que hace seis meses. Pero, como ya sabe el Presidente
Lagos, en el sillón de O´Higgins nunca hay tiempo para descansar.
Abraham Santibáñez
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