Editorial:

El comienzo de una nueva etapa

Santiago, 15 de Enero de 2006

Según sostienen los autores de “Bachelet, la historia no oficial”, el 2 de junio de 2002, en medio de un fuerte temporal en Santiago, Michelle Bachelet inició su marcha triunfal a La Moneda. Esa tarde, arriba de un mowag del Ejército, mientras recorría el sector norte de la capital, la ahora Presidenta electa comenzó una historia de amor con la opinión pública que la convirtió este 15 de enero en un personaje histórico en Chile y en América Latina.

El camino a La Moneda, incluidas las dos vueltas electorales, no fue fácil. Pero, tras el debate del 4 de enero, en que se mostró natural y espontánea, Michelle Bachelet se aseguró el triunfo al lograr que los electores dejaran de lado muchas dudas. El refuerzo final lo puso la franja. Pero, mientras la candidata ganaba con la combinación de su personalidad y el apoyo de la Concertación, también contribuyó, sin duda, la debilidad de su contendor, en especial su arrogancia. En el debate mismo quedó en evidencia que el discurso de Sebastián Piñera era confuso y poco coherente y que, a pesar de su incesante apelación al humanismo cristiano, usaba y abusaba de la descalificación personal.

Ahora todo eso es historia desde el atardecer del domingo. Michelle Bachelet asumirá el 11 de marzo en Valparaíso y, como anunciaron insistentemente en los últimos días los medios internacionales, Chile entró en una nueva etapa histórica. No sólo porque es la primera mujer que ocupa el sillón de O’Higgins o porque conducirá a nuestro país a la víspera misma del bicentenario.

Nadie puede anticipar cómo serán los años que vienen para Chile y el mundo. Hay tensiones e incógnitas no resueltas en los dos grandes conglomerados políticos de nuestro país. En el mundo subsisten problemas que periódicamente ponen en duda la subsistencia misma de la raza humana. Y para Chile han quedado planteados grandes desafíos, como son la lucha contra el desempleo, la desigualdad y la delincuencia, que probablemente tienen una raíz común.

Ambos candidatos se comprometieron a encarar estos problemas con mayor decisión que hasta ahora. Es, sin duda, la mejor oportunidad de triunfar sobre esta injusta realidad.

Pero, para ello se requiere, como se planteó en admirable consenso tras conocerse los resultados, que el nuevo gobierno y la oposición aúnen sus esfuerzos y superen las recriminaciones de la campaña, tras objetivos comunes.

Confiemos que ello sea realmente posible.

Abraham Santibáñez

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