Editorial:

Inéditas revelaciones del senador Zaldívar

Santiago, 1º de Julio de 2007

Chile está atravesando un crudo invierno, cargado de dificultades, en especial por la crisis energética. Pero, por increíble que parezca, la mirada de buena parte de la clase política está puesta en la lejanía, en las elecciones presidencial.

No es un ejercicio gratuito: hay sectores que “avivan” la cueca, como resultó evidente este fin de semana, sepa Dios con qué afán. Así, por ejemplo, se puede consignar la forma cómo se destacó el silencio de Sebastián Piñera, a quien finalmente alguien convenció de que debía morigerar su contraproducente protagonismo, que ya incluyó la búsqueda del submarino perdido en Valparaíso. Por otra parte, abundaron sesudos análisis acerca de cómo está manejando su pre-campaña Ricardo Lagos. Ya hemos sabido de la incursión de Joaquín Lavín en Irlanda y de tiempo en tiempo se menciona a prominente opositoras como Jacqueline van Riesselberghe, Lily Pérez o Evelyn Matthei.

El más singular de estos esfuerzos, porque es un a empresa solitaria en gran medida, es el que está protagonizando Adolfo Zaldívar. Desde que fue desalojado de la presidencia de la Democracia Cristiana, ha ido reforzando su protagonismo a punto de golpes de efecto. El mayor, sin duda, ha sido su decisión de desafiar a la actual directiva DC cuando no quiso votar a favor de los 290 millones de dólares que pidió el gobierno para salvar el Transantiago.

En los últimos días ha habido dos episodios que deberían ser analizados en mayor profundidad. El primero es la extraña carta de apoyo que se atribuyó ligeramente a dos respetables sacerdotes, entre ellos al jesuita José Aldunate. Aparte del abuso que implica la utilización de nombres cuya autorización no se tenía, lo ocurrido recuerda la aparición del grupo de humanistas cristianos que apoyó a Sebastián Piñera en vísperas de la pasada elección presidencial. Estos intentos preconciliares de mezclar Iglesia y política terminan, al final, perjudicando a todos: a la Iglesia y a la política.

El segundo episodio llamativo es la revelación que se hizo este domingo en El Mercurio de una misteriosa conversación, hasta ahora secreta, entre el propio Adolfo Zaldívar y el entonces “hombre fuerte” (así lo describe el redactor) Francisco Javier Cuadra cuando todavía se discutía la conveniencia de inscribirse o no en los registros electorales. Zaldívar, según esta inédita versión, habría sido el gestor de la estrategia que significó la inscripción de la DC y de la mayoría de los partidos en los registros para participar en el plebiscito de 1988.

Pese a lo mucho que se ha escrito acerca del plebiscito, nunca antes se había sabido de tan decisiva maniobra. Es, por lo menos, sorprendente que solo ahora se haga esta revelación, pese a que del ex ministro Cuadra, también ex Rector de la Universidad Diego Portales, podemos esperar este tipo de golpes noticiosos: son su especialidad.

Abraham Santibáñez

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