Editorial:

Lecciones del encuentro en el Vaticano

Santiago, 21 de Octubre de 2007

A la hora de sacar cuentas del viaje de la Presidenta Bachelet a Italia y el Vaticano, el brutal asesinato de un cabo de carabineros en pleno centro de Santiago tornó imposible el balance. El resultado, según lo que se vio este fin de semana en la prensa dominical, es de más confusión que análisis. Un sector reprocha, incluso, que se siga exigiendo que las farmacias vendan la píldora del día después, lo que estaría en contradicción con lo que dijo Michelle Bachelet luego de su audiencia con Benedicto XVI. Aparentemente -sería el mensaje- la autoridad puede hablar con todos los sectores, pero si habla y “sintoniza” con el Papa, debe protagonizar una conversión instantánea.

Es el viejo cuento de que se dan palos porque bogas y también porque no. No debería extrañarnos. Después del mal comienzo del Transantiago, no se ha tomado nota del enorme esfuerzo por corregir los errores. Sólo se insiste en el “colapso”, lo mismo que en salud, educación, seguridad y, como se suele decir, “un largo etcétera”.

Lo que el viaje de la Presidente debería decirnos es que, hoy más que nunca, hay que prestar atención a los líderes espirituales. Que existen valores compartidos, por encima de las diferencias ideológicas. Que el respeto por la dignidad de los seres humanos sigue siendo una buena guía para todos, pero en especial para quienes tienen responsabilidades de gobierno.

Cabe recordarlo ahora, a propósito de esta histórica entrevista en Roma. Pero es válido también para el gesto de los norteamericanos – del Presidente George Bush y el Congreso- de recibir en Washington y distinguir a otro líder espiritual: el Dalai Lama. Es un desafío a China, el dragón económico que emerge y al cual nadie quiere ofender. No, por lo menos, aquí en Chile, donde las autoridades fueron más cautas que los norteamericanos la última vez que nos visitó el Dalai Lama.

Es curioso: no hubo temor en decir no a Bush con ocasión de su guerra en Irak. ¿Por qué, entonces, a veces nos cuesta tanto ser firmes frente a dictadores que nunca escuchan la voz de sus ciudadanos y les impiden expresarse?

Abraham Santibáñez

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