Un repaso necesario a la éticaSantiago, 18 de Mayo de 2008
Al momento de escribir estas líneas, todavía no está claro si se concretará o no el anunciado viaje del maestro colombiano de la ética periodística, Javier Darío Restrepo. Pese a la globalización, todavía hay más seguridad en las conexiones aéreas con Estados Unidos y Europa que dentro de nuestro propio continente. Su programa consultaba dos encuentros con periodistas, editores, académicos y estudiantes. El primero, en la Escuela de Periodismo, se frustró por un problema de viaje. El segundo, organizado por la Federación de Medios y el Consejo de Ética de los Medios debería concretarse este martes 20 de mayo. En la ocasión el Consejo de Ética culminará una labor de más de quince años con la presentación del libro resumen de su historia y sus 140 fallos y dictámenes. Este es el mecanismo que creó la Federación para autorregularse y lograr mejores estándares de responsabilidad ética en la prensa, radio y TV, anticipándose a la eventual imposición de leyes coercitivas. No ha sido fácil, pero no hay dudas de que el esfuerzo ha valido la pena. No es que se hayan terminado pos excesos, pero lentamente se ha ido consolidando una cultura de respeto de ciertas normas básicas de convivencia. Se avanza hacia una mayor consideración de la dignidad de las personas y se percibe un esfuerzo por anticiparse a eventuales problemas como el descuido y la falta de preción. En ninguna parte la autorregulación funciona sin problemas. El prestigioso diario norteamericano The New York Times tuvo un bochorno espectacular hace unos años debido al audaz periodista Jayson Blair que no reporteaba ni entrevistaba, pero escribía grandes reportajes. Su respuesta, después del reconocimiento de las faltas, fue la creación de un defensor del lector, llamado allí Public Editor. Ha sido una buena experiencia, pero no ha resuelto todos los problemas. Ahora ha tenido que reconocer un nuevo error grave en un reportaje sobre la industria salmonera en Chile para el cual el autor entrevistó al guardia de una empresa creyendo que era un ato funcionario. Errores siempre se cometen, aunque tratemos de impedirlo. Lo que no puede ocurrir es que no se tome nota de esos errores para corregirlos. Tampoco puede ocurrir que se trate de disimularlos, admitiendo a lo más que son errores involuntarios. Los errores no se deben esconder. Debe hacerse todo lo posible por evitarlos, lo que no es fácil en tiempos tan acelerados como los que se viven en Internet. De eso queríamos hablar con Javier Darío Restrepo. De eso esperamos seguir reflexionando.
Abraham Santibáñez
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