EE.UU. un difícil pronóstico
Aunque Estado Unidos es el país de las encuestas, nunca ha sido fácil el pronóstico de un resultado electoral. La de este año -el próximo martes 7 de noviembre- es un verdadero catálogo de los muchas facetas que puede tener una elección nacional. Lo dijeron aquí en Chile dos panelistas que conocen bien el panorama político norteamericano. El comentarista Bernard Kalb, de la CNN, y el ex-diputado Jorge Schaulsohn, analizaron la elección en relación al tema más actual: los debates por televisión. Lo hicieron el martes pasado, en la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales, en Santiago. Hubo una gran coincidencia: para ganar una elección, sobre todo en Estados Unidos, se necesita capacidad de "llegar" al público. Ello ocurre porque vivimos en la época de las comunicaciones, sobre todo, para estos efectos, de la televisión. Según Schaulsohn, debido a que "la política está desideologizada", se requiere una interlocución directa entre los líderes y la opinión pública. El ejemplo clásico es, desde luego, Ronald Reagan, "el gran comunicador". Y si alguien pensaba que todo esto no era más que un análisis teórico, esa misma noche, en el tercer encuentro en St. Louis entre los candidatos presidenciales George W. Bush y Al Gore, se hizo evidente cuánto se puede ganar o perder en un enfrentamiento ante millones de telespectadores. Pese a que los debates, como tales, son una invención norteamericana, esta vez era evidente que el tema no apasionaba demasiado a los electores. La economía lleva un tiempo largo sin sobresaltos y ni siquiera la crisis del petróleo ha tenido un impacto muy duro. Y si las cosas andan bien, según los analistas políticos, el interés de los electores disminuye en directa proporción. Para un grupo muy variado de votantes que consultó The New York Times, ninguno de los candidatos resultó especialmente convincente. De Gore se dice que hasta el final de la campaña no ha roto su imagen de político arrogante. De Bush, que parece "decir lo que otras personas le dicen que diga". No es muy halagador, pero la verdades que las encuestas, con todas sus falencias, han retratado fielmente estos altibajos. Inicialmente Bush tenía una ventaja, sobre todo porque su campaña entre los republicanos fue arrolladora. Pero Gore no lo hizo mal: desde un beso cinematográfico que le dio en público a su esposa, hasta la elección de su compañero de fórmula, empezó a ganar terreno con rapidez. Pero no lo suficiente. Como dijo Marisa Buchanan, una estudiante de 21 años al New York Times, terminó por convertirse en "una caricatura de sí mismo". A poco más de dos semanas de la elección, el resultado es incierto. Y el lo puede preocupar mucho los candidatos y a sus partidarios, pero difícilmente le quita el sueño a los norteamericanos: la economía sigue sólida.
20 de octubre de 2000 |