¿El efecto Bachelet?

La última palabra, como ocurre en todo proceso democrático, la tendrán los votantes franceses el domingo 6 de mayo. Pero antes, el próximo miércoles, cuando Segolene Royal y Nicolas Sarkozy se enfrenten en las pantallas de los canales France 2 y TF1, se podrá hacer una buena proyección del resultado final de la carrera por la presidencia.

Lo que ocurra en las urnas depende de muchos factores. Parte fundamental corre por cuenta del desempeño de los contendientes en el único debate que sostendrán el 2 de mayo. Según los analistas franceses, la debilidad de Segolene Royal reside en su menor habilidad como oradora. Un comentarista de La Vanguardia de Barcelona subrayó que “tiene dificultades para transmitir credibilidad y a veces su falta de dominio de los asuntos planteados la deja en una posición delicada”. Sarkozy, que ya tiene una significativa ventaja en las urnas, se apoya en su sólida capacidad “para la esgrima verbal”, como dijo el mismo comentarista. Pero –¡ay!- su talón de Aquiles es la facilidad con que se enoja, que lo puede dejar en evidencia como “violento y agresivo”.

En este delicado momento, en que una buena estrategia comunicacional puede resultar decisiva, hay una tercera fuerza en esta discordia: la influencia del centrista Francois Bayrou. Con los casi siete millones de votos, es decir el 18,57 por ciento del total, que obtuvo en la primera vuelta, se esperaba que su apoyo inclinara la balanza..

Bayrou ha sido cauto. Sabe que no es el dueño de los votos y por lo tanto no dispone de manera absoluta de la voluntad de quienes lo apoyaron. Pero también está consciente de que muchos votantes esperan una indicación de su parte. No hay que olvidar que el éxito de su campaña se basó en su propuesta de “construir un puente sobre el abismo entre derecha e izquierda”.

Lo fundamental, sin embargo, sigue siendo lo que hagan, ofrezcan o dejen de hacer o prometer los dos candidatos. Desde antes de la primera vuelta Sarkozy avanzó raudo en las encuestas porque aseguró que había moderado sus posiciones más extremas. Pero ¿cuánto? A Segolene Royal la acechan sus propios fantasmas, tanto internos de Francia como, según algunos comentaristas, otros que provienen de este lado del mundo.

Hay quienes creen que los problemas que viven los santiaguinos (el Transantiago) o los aiseninos (terremoto y maremoto) o las secuelas de la rebelión de los “pingüinos”, todos temas eminentemente chilenos, se convirtieron en misiles de largo alcance, llegando a amagar la candidatura de Segolene Royal. La lección, según esta teoría, sería que a las mujeres socialistas -como ella y su amiga Michelle Bachelet- les cuesta asumir y ejercer el poder. Ni siquiera los rasgos comunes, como su pertenencia a la “familia militar”, bastan para redimirlas en este mundo de políticos machistas (Bachelet) o poblado tradicionalmente por viejos “elefantes” de los partidos (Royal).

Es, sin duda, una exageración atribuir a la actualidad chilena un mayor peso en este resultado electoral. Los franceses, como en todo el mundo, votan mirando su entorno y no lo hacen según las imágenes de los informativos de la tarde. Pero es evidente que a Segolene Royal no la ayudaron las noticias de Chile. Después de un auspicioso comienzo, su carrera hacia el Palacio del Elíseo (la sede presidencial francesa) encontró inesperados tropiezos y que la dejaron segunda.

Por eso, aunque la ventaja sigue siendo del conservador Nicolas Sakozy, nadie se atreve a hacer un pronóstico a firme. Habrá que esperar el 6 de mayo.

27 de abril de 2007

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