Niños esclavos en el siglo XXI
La llegada a Benín -en la madrugada del martes pasado- del Etireno, que supuestamente viajaba cargado de niños esclavos, sólo ahondó un misterio que parece incompatible con la modernidad del siglo XXI. Durante unos pocos días, debido a una denuncia proveniente de Camerún, el Etireno fue objeto de una afanosa búsqueda por el Golfo de Guinea, en las costas africanas. Se temía que la nave transportara entre 180 y 250 niños, comprados o secuestrados probablemente en la Costa de Marfil o en Gabón, práctica frecuente hasta hoy. ¿La causa? Según la Unicef, la organización de Naciones Unidas para la Infancia: pura y simplemente, la pobreza. En zonas donde, según un funcionario del mismo organismo, ''el 40 por ciento de la población vive debajo del umbral de pobreza'', no es sorprendente que se estime en 200 mil el número de niños ''comercializados'' cada año. Los informes que apuntaban al Etireno no eran demasiado concluyentes, por lo que es posible que haya sido confundido con otro barco. En una zona donde todavía las comunicaciones son precarias, ello es perfectamente posible. Así lo reconoció Nicolás Pron, de la oficina de Unicef en Cotonou, puerto principal de Benin: ''Evidentemente nos confundimos. No sabemos cómo pasó, pero en el barco no hay tantos niños como habíamos pensado''. Lo más probable es que el Etireno representara otro capítulo de la misma historia de miseria y desesperación que vive gran parte de la humanidad: el transporte de inmigrantes ilegales, tratando de encontrar mejores horizontes. En este empeño coinciden ciudadanos de países tan distantes como China, Cuba, México o varias naciones africanas. Pero esa es otra historia, ya que -por lo menos en este caso- los niños encontrados en el barco viajaban con sus familias. (Situación llena de riesgos, desde luego, ya que lo mismo hacía la madre del balserito cubano Elián González hasta que se perdió en el mar en su aciago viaje a Miami, a fines de 1999). El drama de los niños secuestrados es más antiguo aún. Los lectores de Pinocho deben recordar que el muñeco es engañado por una pareja de traficantes humanos. No cabe duda que en el subconsciente colectivo de los europeos debe mantenerse el recuerdo de lo ocurrido tantas veces a lo largo de la historia cuando hombres, mujeres y niños, sobre todo niños, eran secuestrados en el Mediterráneo para cobrar rescate o para llevarlos como esclavos al Medio Oriente. La Cruzada de los Niños, uno de los episodios más conmovedores de la historia del cristianismo, terminó en desastre cuando la mayoría de ellos, tras penosas jornadas a pie desde toda Europa, se congregaron en puertos italianos con la esperanza de viajar a Tierra Santa y terminaron como esclavos de los propios ''infieles'' a los que iban a combatir. En el caso del Etireno, es posible que haya habido un error de identificación. Pero también puede haber sucedido algo peor. El ''Daily Telegraph'' de Londres adelantó la posibilidad de que, al saberse perseguidos, los tripulantes del barco (o de otro parecido) hayan arrojado al mar a los niños para evadir su responsabilidad. Es la terrible paradoja de nuestro tiempo hipercomunicado: una bienintencionada voz de alerta puede producir males peores que los que se pretendía impedir.
Publicado en El Sur de Concepción el sábado 21 de abril de 2001 |