Petróleo y armas prohibidas.
Aunque solo duró tres semanas, la Guerra de Irak sigue causando polémica un mes y medio después del rápido derrumbe del régimen de Sadam Hussein. Desde el comienzo de las acciones se ha cuestionado la estrategia de los aliados anglo-norteamericanos, hubo protestas por el tratamiento informativo y, sobre todo, por el trato a los periodistas; se criticó el saqueo de los museos a vista y paciencia de las tropas ocupantes; y, finalmente, los propios iraquíes han salido a las calles para protestar contra lo que consideran la imposición de un gobierno títere. Ante todos estos desafíos, los regímenes de Washington y Londres no se inmutaron. Tony Blair encaró, hasta ahora con éxito, una rebelión en las filas de su propio partido. A George W. Bush las encuestas de popularidad lo siguen favoreciendo. Pero uno y otro enfrentan ahora la que puede ser su peor prueba: las crecientes dudas acerca del principal argumento contra Sadam. En un mes y medio de ocupación, las tropas aliadas no encontraron las armas de destrucción masiva que justificaron el conflicto. Peor aun: todo indica que hay quienes parecen haber abandonado toda esperanza de encontrarlas.... Las declaraciones cayeron en cascada en los últimos días. El miércoles 28, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, en un discurso en Nueva York, reconoció que no sabía qué había pasado con las armas químicas, biológicas y nucleares que se había dicho que estaban en poder de Irak. No dijo que no las hubiera, sólo que no sabemos qué ha pasado con ellas. Después del secretario habló el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, quien agregó más leña a la hoguera. Dijo que la justificación del ataque a Irak con el argumento de la existencia de armas de destrucción masiva fue una decisión tomada por razones burocráticas. Aunque había otras razones, explicó en una entrevista publicada por la revista Vanity Fair, que poner el énfasis en la existencia de armas prohibidas fue la razón en la cual todos logramos ponernos de acuerdo. Estas afirmaciones rebotaron con fuerza en Inglaterra. En estos mismos días, un experto denunció que a un documento suyo se le agregó una alusión a estas armas que él no había hecho. Un funcionario no identificado dijo que, por instrucciones del Primer Ministro su informe se había hecho más dramático. Coronó la secuencia una entrevista de la BBC a Victor Bulmer Thomas, del Instituto Real de Asuntos Exteriores, quien aseguró que sin las armas prohibidas la guerra no tenía justificación. En la misma entrevista, Bulmer Thomas agregó otras precisiones:
Y también se oirá mucho de nuevo- acerca de si se justificaba o no la guerra.
Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas el sábado 31 de mayo de 2003 |