Cerca de Chile y lejos de la famaColumnista invitada: Fernanda Donoso La verdad es que yo me siento bien con todo el mundo, dice el padre Alfonso Baeza. En las casas más acomodadas y en las más pobres. Por supuesto me entretengo más con los trabajadores, porque con ellos veo más la esperanza, la posibilidad de cambiar las cosas. Con ellos estoy aprendiendo todo el tiempo. El Cura Baeza, el libro de los periodistas Rodrigo de Arteagabeitía y Sandra Rojas, tiene como centro un personaje único: un sacerdote que ha estado siempre en el centro de la historia, pero lo más lejos posible de la fama. Todo comienza en una gran casa con salida a dos calles, en la avenida República. Hijo de un pediatra que atendía gratis a los que no podían pagar, el sacerdote estudió primero Ingeniería Civil, y los fines de semana salía con otros estudiantes a hacer labor social a los barrios más pobres de Chile. Al volver, lo esperaba un mundo cerrado, de fiestas con esmoquin: Ahí yo decía no, esta cuestión no, no. Ahora vive en la población José María Caro y es el cura de los trabajadores, los pobres, los niños, los refugiados, los encarcelados, las trabajadoras sexuales, escribe Eduardo Rojas en el prólogo. Y nunca cree que el éxito de sus gestiones se deba a sus méritos, habla muy poco en primera persona, no predica con dogmas, sino con experiencias, y ha recibido homenaje tras homenaje convencido siempre de que se trata de un error. El sacerdote no oculta, y nunca aprendió a ocultarlo, sus simpatías frente a la contingencia política, ni su opción por los marginales del mundo, los que nacieron en un tiempo equivocado. A partir de ahí, el texto sigue como una cámara documental al padre Alfonso, y usa como contrapunto una canción que aparece y desaparece entre los capítulos: Porque esta vez no se trata de cambiar a un Presidente/ será el pueblo el que construya un Chile bien diferente. El sacerdote está en ese intento de construcción, y frente a las destrucciones que siguieron. El trauma de la muerte, a balazos sobre el Mapocho, del sacerdote Joan Alsina, el asesinato del padre André Jarlan y de José Manuel Parada, funcionario de la Vicaría de la Solidaridad, su trabajo con el cardenal Raúl Silva Henríquez desde la Pastoral Obrera, el último plebiscito. Su presencia decidida en la realidad. Y sobre todo su modestia, que induce a la modestia: toda una historia de amor.
EL CURA BAEZA, MODESTA VALENTÍA Publicado en La Nación, 15 de febrero de 2007
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