¿Qué estamos haciendo?Columnista Invitada: Leila Gebrim Kozac
La cámara enfocaba a varios animales en un terreno baldío y seguía en acción cuando un niño de diez años era atacado. Los segundos se hacían eternos y la cámara se mantenía filmando. Justo cuando creía que nada más podría sorprenderme, la vida se encarga de decirme lo contrario. No me acuerdo bien el día, pero sí tengo claro que fue el fin de semana pasado. Andaba volando bajo y decidí ver noticias, a pesar de que siempre que lo hago termino arrepintiéndome. Quince a 20 minutos de pura sangre, más otro tanto de comentarios sobre "deportes" y luego -válgame Dios- de todo un poco, ojalá salpicado de sensacionalismo con la "suma teológica" del momento. Bueno, ahí estaba yo mirando el noticiario de TVN cuando el periodista de turno anuncia que el contenido de la próxima noticia podía ser gráficamente crudo. En ella se denunciaba la existencia de una jauría de perros vagos en Antofagasta, la que tenía atemorizados a los vecinos. Mostraban a varios niños mordidos, en fin algo realmente penoso. Pero no era todo: la periodista con su voz en off avisaba que habían regresado al sitio para mostrar la indefensión de los habitantes ante los canes. La cámara enfocaba, por una tapia, a varios animales en un terreno baldío y seguía filmando cuando un niño de diez años era atacado por ellos. Los segundos se hacían eternos y la cámara continuaba en acción. La periodista comentaba que no podían hacer nada, porque estaban separados por la tapia. Luego surgían algunas personas que rescataban el niño de los animales y lo llevaban a un hospital, también bajo el ojo implacable de la cámara. Quedé muda, desolada, muerta de vergüenza de ser periodista y persona. ¿Desde cuándo la noticia es más importante que un ser humano? ¿Cómo es posible que un canal como TVN permita a sus periodistas actuar como testigos mudos e inactivos de una atrocidad como ésta? ¿Dónde tenía la cabeza el editor que decidió poner las escenas al aire? ¿No hay humanidad, ética o respeto por las personas? Todo esto me tiene aturdida. Créanme. No he inventado nada. Quizás hasta dejé detalles por decir. Primero, me parece absolutamente provinciano colocar una noticia como ésta, que bien merece una cobertura local, a nivel nacional. Segundo, al mostrar la jauría de perros, el entorno y sus víctimas la misión estaba más que realizada. Tercero y lo más grave: ¿por qué el camarógrafo o la periodista no hicieron nada para proteger al niño desde el momento mismo en que éste ingresó al sitio eriazo? ¿Por qué la cámara siguió adelante cuando lo natural sería tirarla, saltar la tapia e intentar salvar al niño o, por último, detener la filmación y actuar? Para mí, acá no sólo se violaron los principios de un periodismo serio y responsable, sino que se rayó en un delito con esta actitud de "mis" colegas. Lo pensé mucho antes de escribir esto, porque creo absolutamente en la libertad de informar. Pero también creo en la libertad de decidir qué mostrar y cómo mostrarlo. Si seguimos haciendo apología de la insensibilidad, si seguimos creando monstruos o monstruosidades con tal de tener cómo llenar los espacios periodísticos, estamos haciendo un flaco favor a nuestro país.
Publicado en La Nación, el viernes 2 de noviembre de 2007 |