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Una muerte incómoda

Columnista invitado: Rafael Cavada

Si el honorable diputado murió teniendo sexo con una gótica de Valparaíso me importa poco, comparativamente hablando. Eso es parte de su vida privada. Y el interés periodístico se vuelve un tanto malsano cuando pasa por alto a la familia que hay detrás y el dolor que debe soportar el padre, la madre, la esposa, los hijos o quien sea, al ver a un familiar escrutado en la prensa hasta los últimos detalles por obra y gracia de los medios. Más grave me parece lo que apareció publicado en 2003, cuando Pedro Álvarez-Salamanca se negó a hacerse el examen de ADN en un juicio por pensión alimenticia y después tuvo que asumir la paternidad de una niña de 13 años, fruto de una relación extramarital. (http://www.lacuarta.cl/diario/2003/01/09/09.02.4a.CRO.OBLIGAN.html). Por lo menos en esa ocasión estaba de por medio una niña y sus derechos.

Lo que parece inaceptable es la reacción corporativa de los parlamentarios, las críticas a la edad del fiscal y a su supuesto abuso de poder, los reclamos por su tardanza para presentarse en el lugar. El procedimiento en estos casos es más o menos estándar. Carabineros recibe una denuncia, llega al lugar, comprueba que haya una persona muerta, aísla el sitio del suceso, toma nombres y declaraciones de posibles testigos, informa a sus superiores y al fiscal. Éste le asigna el caso a la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones, que parte inmediatamente al sitio. Finalmente, el prosecutor llega al lugar y recibe los informes preliminares de los peritos. Por lo tanto, señores diputados, no tiene nada de raro que los carabineros hayan llegado primero, que Investigaciones haya llegado después y que el señor fiscal Claudio Rebeco fuera el último en presentarse. De hecho, la aparición de Investigaciones da cuenta de que estaba haciendo su pega.

Y también estaba haciendo su trabajo cuando ordenó practicarle una autopsia. Porque lo que el Ministerio Público se encuentra es una persona muerta y de lo que se debe encargar el fiscal es de aclarar las circunstancias de la muerte. Eso es lo que dice la ley, para bien o para mal. Y si los diputados no están de acuerdo con que el hombre haga su trabajo, porque ellos ya habían extendido un acta de defunción, entonces me parece sospechoso. Y me pregunto, me asiste el derecho de hacerlo, cuál será la causa del infarto que el honorable Carlos Olivares, el primer médico que examinó el cuerpo, prefiere no plantear. Y si eso tiene que ver con el informe toxicológico que pidió el fiscal, para "descartar la participación de terceros", según dijo. Demasiadas preguntas, ¿no? Bueno, es su pega, eso dice la ley, una más de la que ustedes podrían cambiar si lo consideran necesario e hicieran su trabajo con la misma seriedad que el fiscal.

Lo demás, la representante del sexo femenino que se encontraría con Álvarez-Salamanca en su habitación cuando murió, es harina de otro costal. No creo que mucha gente se trague la versión de que estaban trabajando, aunque podría serlo. Lamentablemente son algunos diputados los que han armado el bullicio en torno al caso, y es eso lo que estimula la curiosidad del público y la prensa. Eso ocurre cuando se practica una doble moral. Esa que prima en la derecha cuando restringe la entrega de la píldora del día después, esa misma que frenó la Ley de Divorcio. Y mucho lo lamento por el diputado, porque si la señorita Marcela Pacheco que supuestamente se encontraba en la habitación con el fallecido diputado le informó primero al abogado de la bancada de Renovación Nacional, Marco Antonio Riveros, y éste después se lo comunicó a Carabineros incluyendo el dato de la señorita, el condoro de revelar la circunstancia y el nombre fue del abogado.

Como el mismo diputado de RN Joaquín Godoy dijo: "Si alguien quiere preguntar que sucedió, hay un parte policial y se pueden remitir ahí". Bueno, el comunicado de Carabineros que se filtró a la prensa dice exactamente eso, que la señorita habría estado en la habitación del occiso. Personalmente prefiero no meterme en las sábanas de nadie. Lo que me molesta es el escándalo que se arma entre los legisladores cuando ven a una persona haciendo su trabajo y eso les molesta porque podrían aparecer datos incómodos.

En la raya para la suma, son los diputados los que han atraído la atención de la prensa y de la gente. Para el resto del público, y más allá de lo lamentable de su deceso, no habrá condena si el hombre andaba en pasos poco correctos. Porque, a fin de cuentas, eso es parte de su vida privada, algo que la derecha ultramontana defiende cuando se trata de ellos y desprecia cuando afecta a los demás.

Publicado en La Nación (Escape Libre)
Domingo 7 de septiembre de 2008

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Fecha Edición:
07 de Septiembre de 2008