Para Académicos
Columnista invitado: Juan Gargurevich.
Hace unos dìas, el diario Perú21 publicó la noticia de que el "sexo oral" puede causar cáncer en las amígdalas. Por supuesto, la noticia fue muy comentada y hasta Los Chistosos la colocaron en una de sus rutinas en RPP. Pero un amigo Académico insiste en que no debiera decirse "sexo oral" sino "sexo bucal" o en todo caso "sexo génito bucal", para ser exacto. Esto del sexo oral saltó a la fama mediática hace muchos años cuando los periodistas del caso Watergate le pusieron a su informante secreto el mote de "Garganta Profunda" ("Deepthroat"). "Garganta Profunda" era el nombre de uno de los films pornos más famosos de los Estados Unidos protagonizada por la igualmente célebre Linda Lovelace. El argumento era sencillo: la heroína tenía el clítoris donde debía estar la campanilla y por tanto solo llegaba al clímax del amor... por la garganta. La película era un asco pero muy popular y la historia de Bernstein y Woodward la elevó a la fama. Años después Monica Lewinsky volvió a llevar el tema a las primeras planas cuando reveló que había tenido "sexo oral" con el Presidente Clinton. Muchas madres de familia de todo el mundo pasaron apuros cuando sus hijitos las interrogaron sobre el tema. Nadie hasta entonces había discutido la denominación popular pues la científica siempre fue "fellatio" pero ahora, ante el uso constante, los académicos quisieran que se abandone lo "oral" por lo "bucal". No les falta razón. Si revisan el diccionario comprobarán que son cosas distintas y el reclamo es correcto pero cuando el periodismo acuña algo, es casi imposible removerlo. Y, por último, aquello de que sea la "Academia de la Lengua" quien reclama, se ve más feo todavía...
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