Invitado: Presidenta y médica.

Columnista invitado: Enrique Ramírez Capello
Periodista

Sobria, mesurada e imprevisible. Atrapada por las cámaras y la expectación. Es la jueza de garantía en el centro de la polémica: Georgina Gutiérrez. Su primera sentencia encendió una mecha que no será corta. Estuvo en boca de casi todos. Y se refieren a ella como “la magistrado”. Para otros es simplemente “la juez”, como María Angélica Grimberg.

Quebranto gramatical, falta de concordancia. Otra prueba de machismo idiomático. Ya están aceptadas en el diccionario oficial la magistrada y la jueza. Y su entrada no es arbitraria. Las mujeres abandonaron las tareas de antaño: refugio casi exclusivo en la cocina, dedicación unilateral a los hijos. Sueldos inferiores en trabajos iguales.

El invierno es duro. Casas inundadas, muertos en inundaciones. Desbordes de ríos. La titular de Vivienda y Urbanismo, Sonia Tschorne, recorre barrios devastados por la lluvia. Y algunos reporteros la llaman “la ministro”. De acuerdo con las restauradas normas académicas debe llamársela “ministra”. Es el fruto maduro y sabroso de la integración femenina a las relevantes tareas sociales. La igualdad anima muchos cambios. En la mentalidad, no sólo en la palabra.

La mudanza es rápida. Hay muchas parlamentarias: senadoras y diputadas. Se excluyen algunas voces: tipa, criminala, escribienta, cantanta, dibujanta. Y fiscala, edila, oficiala. Algunos atrevimientos no tienen cauces. Desde hace 30 años muchos intentan imponer el carácter femenino a estudiante. Pero la “a” final altera hábitos fonéticos. Aún no se impone.

La irrupción de Michelle Bachelet en política da categoría a una palabra nueva: Presidenta. Sin ataduras con las reglas de los solemnes caballeros de la Real Academia Española. En su refugio aledaño al Museo del Prado en Madrid, filólogos y lingüistas desoyen las voces populares. El sexismo discrimina. A muchos les cuesta aceptar ingeniera, abogada, jefa.

Leonardo Gómez Borrego, autor de “Manual de español correcto”, respalda que las machistas fuerzas armadas registren sargenta, capitana, coronela, generala. ¡A su orden! Otro motivo (idiomático) para apoyar a Bachelet: es médica. Por paradoja, la palabra la rechazan incluso algunas profesionales de la salud. La voz no es nueva. Vino con los conquistadores. En la Araucanía la “meica” curaba todos los males. Es lo que Chile espera de Michelle.

Publicado en La Nación

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