De Internet nadie huye

Las autoridades policiales de Australia anunciaron que entregaron a la familia de Steve Irwin el video de su trágica muerte, cuando fue aguijoneado por una raya. Se informó que todas las otras copias de la cinta, que fue utilizada para los peritajes de su muerte habían sido destruidas. La razón: evitar su divulgación maliciosa..

En esos mismos días, los videos clandestinos del ahorcamiento de Sadam Hussein seguían siendo los mayores éxitos en Internet. Y, como suele ocurrir, junto con el debate acerca de la conveniencia o no de dar a conocer las macabras imágenes, en todo el mundo numerosos medios tradicionales “subieron” los video a sus sitios web.

Un recuento realizado en mi página en Internet (www.abe.cl), hecho por mi hijo, ingeniero en computación, consigna que en 2006 los chilenos pudimos verificar cómo nuestra intimidad se ha convertido en presa permanente de tecno-cazadores al acecho. Ámbitos que se consideraban tradicionalmente privados, ya no lo son:

  • El profesor voyerista: En abril se denunció a un profesor de un colegio de Antofagasta por espiar a las alumnas que se cambiaban de ropa, utilizando una cámara oculta en su camarín.
  • El profesor garabatero: En junio apareció la noticia de un profesor que habría maltratado de palabra y obra a un alumno. Un compañero del agredido grabó la escena con su pendrive.
  • Las fotografías "sugerentes": En julio y con ribetes de escándalo, en San Felipe fueron castigadas (incluso amenazadas de expulsión) unas alumnas en régimen de internado, que se habrían tomado fotos -usando un celular- jugando a darse "besitos lésbicos".
  • El video del aborto: Todavía hay quienes no saben si fue una humorada, una representación artística o un juego de roles, pero el famoso video llegó a YouTube y generó escándalo.
  • Pena de Muerte: Los videos más impactantes del año llegaron al final, grabados con un celular. La ejecución de Saddam Hussein se convirtió en el morbo-hit del momento.

Lo sustancial del análisis está dicho: hay una nueva tecnología “invasiva” a la cual parece imposible poner límites debido a su naturaleza misma. Esta es la bendición y la maldición de esta nueva herramienta que, como muchas otras antes en la historia, nos llena de fascinación y temor, mientras aprendemos que puede ser manejada de manera responsable sobre la base de conceptos éticos.

Cualquier discusión en que se alegue que “antes” las ejecuciones eran públicas –con asistencia incluso de niños, lo que se consideraba como una saludable lección para ellos- solo tiene una respuesta posible: ha habido una evolución que valora al individuo y cree que merece respeto, sobre todo en su vida íntima. La muerte, incluso en el caso de un criminal acusado de graves violaciones a los derechos humanos, debería llevarse a cabo en forma reservada, sin más testigos que los necesarios para asegurar el cumplimiento de la pena. Un video sólo debería servir como respaldar a dicho testimonio y no para divulgarlo como un golpe noticioso.

Enero de 2007

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