El ministro y la ética
Aunque no fue una sorpresa, la elección del nuevo presidente de la Corte Suprema, el ministro Mario Garrido Montt, significó para el Consejo de Etica de los Medios una baja importante: el jueves pasado, al recibir en su oficina a los integrantes del consejo, el ministro Garrido anunció que renunciará a este organismo de autorregulación creado para velar por la conducta de los afiliados a la Federación de Medios a través de la ANP (prensa), la Archi (radio) y Anatel (televisión). El ministro Garrido, de brillante carrera en la judicatura, se ha desempeñado paralelamente como profesor en varios planteles de educación superior, incluyendo la Universidad Diego Portales. Al momento de su elección como cabeza del Poder Judicial, además del Consejo de Etica de los Medios, también era integrante del Consejo Superior de Educación. En sus primeros días en el solemne Palacio de Justicia, ha ido marcando con sobriedad y firmeza su estilo. Hizo hincapié en la continuidad, por una parte. Y, por otra, lo que no es de extrañar, también ha puesto énfasis en la necesidad de seguir adelante con el trabajo de la Comisión de Etica del Poder Judicial. Una preocupación adicional se refiere a seguir adelante, con entusiasmo y prudencia, en la implementación de la reforma procesal penal. Nada de esto, sin embargo, supera la que debe ser la característica principal del nuevo ''supremo'', como solía llamar al presidente de la Corte Suprema el viejo ''Topaze'': la sencillez. Con amable sencillez nos recibió el jueves en su despacho a los integrantes del Consejo de Etica, tal como, por varios años, alternó con nosotros en la sede de la Asociación Nacional de la Prensa, haciendo pesar su opinión ponderada sobre los temas en debate. Lo hizo notar Arturo Fontaine Aldunate, presidente del consejo, al agradecer el aporte del ministro Garrido. Y las voces de otros consejeros se sumaron, destacando lo que, desde fuera, puede parecer difícil de entender: la permanente posición del ministro a favor de la libertad de expresión. Los periodistas del consejo y quienes, proviniendo de otras áreas se identifican con el proceso informativo, insisten permanentemente en la importancia de la libertad de expresión e información. El Consejo, que el año pasado cumplió su primera década de existencia y lleva ya más de un centenar de fallos, se creó precisamente como una forma de autorregulación que previniera la tentación de intervenir la prensa y los medios de comunicación desde fuera. Y en este ejercicio, muchas veces el ministro Garrido ha sido uno de los más fervientes partidarios de la libertad, incluso aunque al hacerlo así se corran algunos riesgos. Pese a que la reunión no tenía más objetivo que un cordial aunque protocolar saludo, el nuevo presidente de la Corte Suprema no pudo dejar pasar un comentario respecto de la relación entre ética y justicia. La idea, dijo, es que funcionen de manera convergente. Y en esa convergencia el Consejo, que ahora deberá acoger a nuevos integrantes, espera seguir trabajando: darle tranquilidad al público de que los excesos serán sancionados y darle tranquilidad a los medios de que se preservará lo fundamental: el derecho a informar y opinar sin más restricción que la voluntariamente aceptada.
Publicado en El Sur de Concepción el sábado 12 de enero de 2002 |