En moto, antes del mito
Hace medio siglo, un joven argentino recién egresado de la Escuela de Medicina llegó a Chile por lo que hoy es la Novena Región. Viajaba con un amigo en moto, una Northon 500 y su intención era llegar a la Isla de Pascua. En su recorrido desde el sur de Chile se ganó el apodo que lo acompañaría hasta el final de sus días: "el Che". Descubriría que no es fácil cruzar el Pacífico hasta Rapa Nui, apreciaría en toda su magnitud la hospitalidad de los chilenos (especialmente las chilenas, según insiste en su diario de viaje) y también apreciaría los dolores de la marginalidad. Este paso por nuestro país -similar al de miles de otros jóvenes mochileros de tiempos más recientes- marcó profundamente a Ernesto Guevara. Al completar su periplo por otros estados del continente, comprobaría que las enfermedades y deficiencias sanitarias de Chile no eran tan graves como las que vio después. Pero, igual, su visión definitiva es la de una sociedad que hay que cambiar, por la violencia probablemente. Pero es un proceso paulatino: las mujeres, el buen vino chileno, el fútbol y también la política son preocupaciones compartidas. El recuento del viaje, realizado en el primer semestre de 1952 por Guevara y su amigo Alberto Granado, lo publicó la editorial Planeta este año, poco antes del estreno de la película realizada por el brasileño Walter Salles. La presentación de los "Diarios de Motocicleta" está anunciada para el Festival de Cine de Viña del Mar, dentro de poco. Los segmentos chilenos fueron filmados hace dos años en Valparaíso, Temuco, Los Angeles y Chuquicamata. Pero, independientemente del sabor local, la cinta ha sido recibida con entusiasmo por la crítica, que -como dijo la revista Variety- ha sido considerada como una producción "accesible para los que no tienen inclinaciones políticas, al mantener su mirada en el rostro humano de sus protagonistas". Como fuere, a juzgar por las fotografías -tanto del film como del propio viaje de Che Guevara- lo que sorprende es su rostro joven, de pelo corto y sin barba. No es la imagen legendaria del guerrillero de boina que terminaría su existencia en Bolivia. Es un joven de apenas 23 años, con una fuerte inquietud social, acorde con su vocación de médico, que transita por nuestros caminos con un vehículo "asmático", según su propia descripción, que los obliga a pedir ayuda todo el tiempo. Tampoco tienen muchos fondos, por lo que la mayor parte del tiempo alojan y comen donde los quieren recibir. En Los Angeles, en Chile, antes de aceptar la hospitalidad de los bomberos voluntarios, son recibidos y duermen en casa de un alferez de Ejército. Para Aleida, su hija, estos diarios dan fe del "increíble cambio que se desarrolla en su interior (del Che) a medida que descubre América Latina, llega a su corazón mismo y desarrollado un sentido cada vez más profundo de una identidad latinoamericana". Más allá de cualquier posición política, este texto y, por lo que se anticipa, esta cinta, conforman sin duda un documento fundamental para entender la historia del siglo XX en nuestro continente. También ayuda a comprender lo que ocurrió en Chile en los años siguientes del siglo XX.
Publicado en septiembre de 2004 |