Punta Arenas, te echo de menosEstimado lector: tengo un mensaje para usted. Seguro que ya lo sabe, pero es seguro también que con frecuencia lo olvida: la calidad de vida en Punta Arenas es infinitamente mejor que en Santiago. Es cierto, como me dijo la propietaria de un céntrico local de calle Bories, que el reparto de los dineros recaudados a nivel nacional se hace siempre de manera discriminatoria. Es cierto, como yo mismo lo he comprobado en Magallanes y en cualquier punto del país fuera de la Región Metropolitana, que los canales de televisión creen y practican eso de que Santiago es Chile. Los esfuerzos denodados del equipo local de TVN no logran opacar el impacto de los matinales que insisten en contar cómo está el tránsito en las calles santiaguinas como si importara algo lo que ocurre a dos mil kilómetros de distancia. Es cierto, también, que la descentralización es como los decorados que Potemkin le pintaba a Catalina la Grande para que no viera la realidad del campo en Rusia. Hay algo perverso en un discurso reiterado, que pasó del régimen militar a los civiles en democracia y que sigue aplicándose poco... o nada.
Todo lo anterior es cierto y debe haber muchos otros ejemplos más.
Pero conviene mirar el reverso de la medalla, que se resume para mí,
como observador, en dos situaciones objetivas:
Es, por cierto, la reflexión que me nació cuando, en un acogedor ambiente, me explicaron el sentido de la Cena del Clavel, de la Fundación Humanitaria Cavirata. Si uno cree que lo más valioso de una comunidad son las personas, sean niños o ancianos, hombres o mujeres, jóvenes o de edad madura, estos ejemplos muestran lo mucho que se puede hacer localmente. Son cosas que en Santiago se pierden entre el smog, el exceso de tensión en las calles y ese deseo de que todo lo de aquí sea a nivel nacional. Muy cordialmente
Publicado en el diario La Prensa Austral de Punta Arenas el sábado 18 de octubre de 2003 |