La trampa del cuarzo.Columna Tecnológica por José Miguel Santibáñez Tengo una seria sospecha, el cuarzo ha tejido una conspiración contra nosotros, los humanos... Quizá podría iniciar hasta un cuento de ciencia ficción con esa rimbonbante declaración, pero me temo que las historias de teorías de conspiración ya empiezan a aburrir a los lectores y que la realidad es más simple, el cuarzo no nos tendió una trampa, fuimos nosotros mismos los que la cavamos, le pusimos las "hojas" para cubrirla y luego saltamos en medio, sin darnos ni la más remota posibilidad de escaparnos. Presumo que antes, la gente tenía cierta "generosidad" con la puntualidad de la hora. Claro, los ingleses se ufanaban de poder tomar el "té de las 5", pero porque tenían el "Big Ben" que les recordaba que había llegado el momento.. Y probablemente nadie se preocupaba por unos segundos más o segundos menos... Recuerdo que la entrada al colegio, era a las 8:00 AM, pero el portero siempre daba unos minutos de privilegio a quienes habían sufrido algún problema de transporte o incluso de vértigo matutino (ese que impide "bajarse" de la cama). Cuando llegué a la universidad (USACh) mucho me llamó la atención la disposición de las salas de clases, ante todo, la puerta de entrada siempre estaba al fondo de la sala, así, si alguien llegaba tarde, podía ingresar sin molestar a nadie. Existía la costumbre de mirar el reloj y compararlo con alguna fuente más o menos precisa, fuera el "cañonazo de las 12", las sirenas de los cuarteles de bomberos (a la misma hora) o la siempre disponible "radio cronos" allá al fondo del dial AM... Y si en algún momento del día, el locutor de alguna radio mencionaba la hora, uno checaba su propio reloj (y no pocos aprovechaban de ajustarlo). Eso hasta que llegó el cuarzo. Aquel cristal rechazado por los suizos pero aprovechado por los japoneses. Con una precisión increible, donde con suerte el reloj se desfasa en un segundo en un mes... Y dejamos de checar la hora. Quizá escucharamos el hoy extinto cañonazo, quizá nos molestaba en los tímpanos la sirena de los bomberos, pero empezamos a asumir que nuestro preciso reloj de cuarzo, estaba a la hora, y a la hora "en punto". Me ha tocado ver, no pocas veces, a gente que al oir a un locutor mencionar la hora, mira su reloj y luego al aparato de radio, como diciendo "cómprense un reloj decente", por supuesto el locutor no ve a su oyente ni recibe el mensaje. Pero además, es notorio el efecto cuarzo en otros lugares, por ejemplo, en los bancos, donde el guardia mira su reloj y cinco minutos para las 14:00 hrs. se acerca a la puerta con claras intenciones de no dejar entrar a nadie más. Por supuesto, en esos cinco minutos llegan todos los típicos chilenos "de último minuto" a hacer sus trámites. Y aquí se inicia el combate épico por la precisión de la hora. El guardia cierra la puerta, pues su reloj ya marca la hora de cierre. El cliente muestra indignado su muñeca, indicando que aún faltan esos preciados segundos que le permitirían ingresar a la sucursal bancaria. Y ambos prosiguen en su porfía, sin ceder terreno. Si el cliente tiene suerte, e implora de la manera justa, el guardia hará un acto de generosidad suprema y abrirá la puerta para que el afortunado agradecido logre hacer sus trámites. Por supuesto, en todo este ajetreo, a ninguno se le ocurre mirar el reloj de la pared de la sucursal, que marca una hora diferente a la de los relojes del guardia y del cliente. El problema se agudiza cuando llega la semana del cambio de hora. Claro, todos ajustan la hora del reloj, pero no siempre con esa precisión "matemática". Claro, no es fácil tomar un reloj análogo y retrocederlo "exactamente" una hora. Si además consideramos los miles de aparatos electrónicos que tienen reloj propio, y que requieren de encontrar el manual para ajustarles la hora, entonces se pierde esa precisión que tanto parecemos valorar. Y con ello aparecen más problemas de "puntualidad". Al menos, si vamos a ser tan exigentes con la precisión de la hora, debieramos asegurarnos de que la manejamos con la exactitud apropiada. Acá en Chile, el medio es ofrecido por el reloj atómico del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile (http://www.shoa.cl) en su portal de la hora oficial: http://www.horaoficial.cl/. Se debe hacer notar, que aparte de permitir ver la hora "en línea", ofrecen el servicio gratuito de sincronización al computador personal. Para ello, basta seguir los pasos de configuración según el sistema del usuario, en algunos casos es directo (linux, MacOS, windowsXP) y en otros se requiere una aplicación gratuita. Aún así, no estaría demás que nos liberemos de esa maldita trampa mental del cuarzo. Creo que es deseable que, al menos una vez al día, repitamos (aunque sea solo para nosotros mismos) que nuestro reloj "podría" no estar exactamente a la hora... Quizá así recuperemos un poco de tranquilidad en esta ciudad.
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