¿Por qué fallan esas grandes ideas?Columna Tecnológica por José Miguel Santibáñez
¿Cuántas veces le ha pasado eso de notar que las cosas se han hecho "evidentemente mal"? Ese preguntarse: ¿Cómo no lo pensaron antes?... Incluso: ¿acaso yo soy el único genio que podría predecir esta catástrofe? Por el contrario, ¿ha tenido la oportunidad de ver algo hecho y aplaudir a sus creadores? Ese sentimiento de verlo y darse cuenta que "siempre" debió haber sido hecho así? Como los ejemplos abundan, para muestra un par de botones:
A quién le pregunte, (salvo, probablemente, a sus creadores) le dirá que el Transantiago es un plan "mal concebido", una buena idea que nació con tantos problemas, que quizá debiera ser abortada y reestudiada. Que falta infraestructura (véase el problema del paso nivel de SanDiego/Bandera bajo la Alameda, 2 veces) que las calles no dan abasto (Santa Rosa, como primer ejemplo). Que aún no se tienen listos los paraderos para los nuevos buses. Que los buses son angostos e incómodos. Y por supuesto: los piratas que, apenas empieza a oscurecer salen de lo más campantes a suplir las necesidades de transporte de la gente. Si lo único que le falta a los piratas, es la Jolly Roger en el palo principal. Algo similar, piensan los usuarios de Internet Explorer 7 beta 2, que quieren actualizar a la nueva versión (beta 3) y están encontrando tantas complicaciones, que el sentimiento de insuficiencia mental, está creciendo entre los usuarios fanáticos. La historia (que puede leer en detalle en kriptopolis) se reduce a: Microsoft liberó la tercera "beta" de Internet Explorer versión 7, es decir es una versión de prueba, para que sea probada por los usuarios para ser puesta a punto de distribución masiva. Pero la esta edición tiene incompatibilidades con las anteriores... tanto así, que varios usuarios se quedaron sin Internet Explorer. Y la promesa fundamental de la versión 7: "le hemos oído y quería que fuera más sencillo y seguro", se está convirtiendo en un dolor de cabeza (aparte de un oximorón). Por supuesto, en ambos casos, hay muchas opiniones acerca de lo que fue mal; algunos dirán que se debió partir por otro frente (incluso lo he escuchado de la Jornada Escolar Completa, que se debió partir por los profesores, lo que sea que eso signifique), que los que tuvieron la idea, no son sus usuarios (no nos engañemos, rara vez lo son) y por supuesto, la muy consabida, aunque pocas veces demostrada: esto se hizo porque alguien se quiere embolsillar una buena cantidad de dinero. Pero como informático y autor de esta columna tecnológica, no puedo dejar de dar mi propia opinión, sobre todo porque es una única opinión que aplica a ambos casos: Lo que falló, fue olvidarse de lo esencial y preocuparse de lo accesorio. Si, la vieja frase del zorro de El Principito, es la que da cuenta del problema. Sea cual sea el tema a tratar, no se debe olvidar lo esencial. Aquello que, si no funciona, bloquea la idea. Las ideas detrás del transantiago son buenas: ordenar el transporte, evitar carreras, tener pocos interlocutores, que el chofer sea un profesional y no un "aprendiz de la escuela de la calle" (como es el caso del conductor de la micro que causó un muy lamentable y totalmente evitable accidente en Gran Avenida hace pocos días), tener frecuencias claras, horarios donde pasan los vehículos, espacios para discapacitados, paraderos adecuados y respetados, etc. Pero esas, son cosas accesorias. Lo esencial es que los vehículos deben circular transportando pasajeros (normales Y escolares). Y así como algunos árboles no dejan ver el bosque, parece que lo accesorio hizo que lo esencial fuera invisible a los ojos. Las ideas detrás del Internet Explorer 7, beta 3, también son buenas: mejorar la velocidad, usar mejor los recursos, tener "pestañas" para no tener que abrir múltiples ventanas, mayor confianza, mejor seguridad, mayor simpleza, etc. Pero lo esencial en cualquier aplicación de software es que debe ser instalado para poder funcionar (y luego funcionar, claro está). Y ojalá bastara copiarla (o bajarla de Internet) sin tener que instalarla. Probablemente, llegado a este punto del texto, más de algún lector se estará preguntando: ¿pero cómo? ¿acaso eso no estaba ya resuelto?. Pero ese es uno de los problemas clásicos de la informática (y parece que de otras áreas también): mantener funcionando lo que está funcionando. Mejorar sin echar a perder... Y no es un problema que se resuelva fácilmente... Tal como saben los médicos, una cirugía puede ayudar en muchos casos, pero siempre es un trauma extra para el cuerpo. De la misma manera, arreglar cualquier cosa, significa cambiarle sus características, y eso puede significar dañar su funcionamiento; ahora bien, si eso se hace de manera conciente y consistente, se puede corregir después, ya sea devolviendo lo que estaba a su lugar o encontrando una nueva opción para volver a hacer lo mismo. Aún así, no pocos se aceleran con ese mal tan propio de la ingeniería: la featuritis, y aunque aún no sé como traducirlo correctamente al castellano, esa palabra refleja la idea -y aparentemente incansable necesidad- de agregarle más y más capacidades o características, de manera que lo haga todo. Un poco lo que pasa con los celulares, con cámara fotográfica, acceso a Internet, ringtones polifónicos, capacidad de grabar y reproducir mp3, con alarmas, redes de contactos y que, además permite hacer llamadas telefónicas. En mi opinión, ese mal afectó a los inventores del transantiago, y es una epidemia en las oficinas de Microsoft. La vacuna, es conocida. Simplemente es mejor que se haga poco, pero muy bien, y no muchas cosas a medias... En inglés: Keep It So Simple, o su acrónimo: KISS. Eso ayuda a concentrarse en lo esencial. Quizá debiéramos practicarlo más. Claro que parece ser mejor que haga muchas cosas, pero al igual que los viejos equipos estéreo tres en uno (¿los recuerda? tenían sintonizador de radio, tocacintas y tornamesa para discos de vinilo!) cuando falla una parte, es todo el equipo el que hay que mandar a arreglar... O cambiar...
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