Cuando la tecnología nos supera...Columna Tecnológica por José Miguel Santibáñez A veces, parece que quienes usan la tecnología, confían demasiado en ella. No es raro ver en las universidades, trabajos con sendas faltas de ortografía que Word no detectó. Tampoco es raro ver que hay quienes se confían demasiado de lo que leen o ven en Internet... Y no faltan los que no imaginan que Internet les recordará por siempre, la historia de sus errores. Tres ejemplos para graficar lo dicho: El caso del señor Mil: Un amigo transcribe una nota de un diario electrónico, en ella, Gonzalo Thousand Pinochet hace declaraciones. El apellido está así en todas partes del documento, no es una vez, sino al menos 4. Lo único que puedo imaginar, es que quien escribió la nota, escribió el apellido (Townsend), quizá con algún error pequeño error y el corrector gramatical hizo su trabajo y lo replicó en todas partes... Lo genial, es que varios días después de publicada la nota, en dicho medio electrónico permanece exactamente igual... ¿Nadie lo habrá detectado? El caso de la chica del colegio: Con indignación reaccionaron los profesionales de cierto colegio, al igual que padres, apoderados y ex-alumnos, al ser consultados por un medio de difusión nacional, respecto de una foto publicada en Internet, que muestra a una joven bastante agraciada, en una pose sugerente y con una leyenda del tipo recuerdo de mi graduación Colegio ****. Por supuesto, y al igual que en otros casos, nadie duda de la veracidad de la prueba ("si está en Internet, ¿es verdad?") . Todos lamentan el abuso sufrido por la inocente joven, a quien un compañero sin escrúpulos le habría jugado tan mala pasada... Eso, claro, sin considerar que la joven es una conocida modelo porno, que la pequeña adulteración de ponerle recuerdo de mi graduación se puede hacer con cualquier editor de textos y que, la foto solo refleja un pobre intento de alguien por posar de bien acompañado... El caso de los tenistas de plata: Y para el final, el broche de oro que conmemoró la semana, la actuación de nuestros compatriotas en Atenas, aparte de todo lo ya dicho y por decir, se vio afectada ligeramente- por la tecnología. Presumo que un comentarista deportivo, de esos que comentan lo que ven por televisión, a última hora y con escasa preparación, confundió el concepto de el mejor de tres y para la final de dobles, (parece que también para la final individual), vio tres sets, comprobó que los chilenos estaban abajo en la puntuación y despachó su nota acerca de cómo los chilenos habían dejado escapar la oportunidad de obtener las codiciadas preseas de oro. Plata para Chile fue el titular que aún se puede leer en Internet. No es criticar por criticar: acabo de terminar de escribir esto y noto que la capacidad de auto corrección del editor ha cambiado la palabra tenistas de mi último ejemplo por tensitas. Curioso. Mientras tanto, una amiga me llama y me comenta que quiere ayuda para hacer una presentación en PowerPoint: quiere que en la primera diapositiva aparezca el nombre del tema y los integrantes, en la segunda la conocida pantalla azul: el error grave 0E ha ocurrido... y en la tercera quede todo en negro. Hay cosas que se explican mejor en pizarra y con plumón, me comenta. Es posible, pero es claro que no ha renunciado por completo a la tecnología, al menos no está usando un pedazo de tiza blanca y un paño de lana para borrar sobre una pizarra negra.
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Nota: La tecnología nos persigue a todos. A la fecha de publicación de este artículo, el caso de la "chica del colegio", se ha resuelto... El medio aludido informó la real actividad profesional de la muchacha, se logró que se "bajara" el fotolog donde estaba la foto, su responsable anda escondido tras el anonimato, y preocupado de la brigada del ciber-crimen ("las fotos me las mandaban a mi email" alega en su defensa); el webmaster de la página porno de la muchacha está pensando en demandar al responsable del fotolog y, como es de esperar, toda la historia está disponible en Internet para todo el mundo y en diferentes idiomas.