El precio del deber periodístico (2).

Después de tres semanas, la periodista francesa Florence Aubenas sigue desaparecida. Enviada por el diario Liberation, había llegado a Bagdad en diciembre. A primera hora del miércoles 5 de enero, ella y su colaborador iraquí "todo terreno" Hussein Hanoun al-Saadi, salieron de su hotel. Desde entonces no se tuvo más noticias de ellos.

El miércoles pasado, como una forma de mantener presente su preocupación, "bajo un frío glacial", se instalaron retratos gigantes de ambos en la Place de la Republique, en el centro de París. El día antes, 46 directores de medios, desde L'Humanité a La Croix, desde la TV francesa al International Herald Tribune suscribieron un llamado a la solidaridad en el cual afirmaron que "no hay libertad sin libertad de informar, en todas partes y en todo lugar. Esta libertad de los periodistas de televisión, radio, prensa escrita y fotógrafos es un derecho fundamental. Debe ser defendida por todos, empezando por las autoridades y los movimientos políticos de cada país".

Las manifestaciones se han repetido en los últimos días en Francia y en el extranjero. El miércoles, en la ceremonia en la Plaza de la República, estaban presentes el alcalde París, Bertrand Delanoë y el ministro de Cultura y comunicación, Renaud Donnedieu de Vabres. En la inauguración del Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza, también se hizo un llamado solidario a favor de los periodistas. Lo mismo debía ocurrir el lunes 31 en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo. Previamente, junto con expresar su preocupación y asegurar que intensificaría la búsqueda de la enviada de Liberation, el gobierno francés recomendó a todos los viajeros, incluyendo explícitamente a los periodistas, no viajar a Irak "teniendo en cuenta los riesgos que existen en ese país para la seguridad de las personas".

Para los responsables del diario el retiro de un frente noticioso, por peligroso que sea, no es una alternativa posible: "En el momento del secuestro de Christian Chesnot y de Georges Malbrunot (dos periodistas franceses que sufrieron un cautiverio de cuatro meses en Irak el año pasado), consideramos importante, igual que muchos otros colegas, permanecer en el sitio de la noticia, porque nuestro papel es dar testimonio, mientras sea posible, de una situación de crisis o de conflicto que nos concierne a todos".

Antoine de Gaudemar, director de redacción de Liberation, reiteró públicamente su convencimiento de que "la misión del periodista es no ceder la palabra a quienes, en todas partes, intentan manipular la verdad". En este sentido, la recomendación oficial de abstenerse de viajar a Irak generó fuertes reacciones en contra entre el gremio periodístico. Los periodistas del diario católico La Croix propusieron una expedición solidaria, la cual está en estudio. Y el secretario general de Reporteros sin Fronteras se preguntó qué pasaría si los periodistas abandonaran Irak: "¿Quién se quedaría? ¿Los militares y los diplomáticos?... Y ellos serían los que nos contarían lo que pasa allí. Sabemos bien que ello es inaceptable".

El año pasado este afán de cumplir el deber profesional tuvo un costo récord -según un informe de Reporteros sin fronteras- de 53 profesionales de la información muertos en actos de servicio, trece más que en 2003. Más del doble (107) estaban encarcelados el primero de enero de este año, principalmente en Cuba y en China. Conforme estos registros, el sitio más peligroso sigue siendo Irak, donde el año pasado murieron 19 periodistas y doce colaboradores (traductores, ayudantes y choferes, personajes todo en uno, cuyo papel se resume en una expresión intraducible: "fixeur" ). No sólo han caído periodistas en medio de una guerra. En Filipinas y en Bangladesh, las denuncias sobre corrupción o la realidad de las bandas criminales han sido la causa de la mayoría de los asesinatos.

Florence Aubenas ya había despachado un primer reportaje sobre los preparativos electorales. Se titulaba: "En Bagdad, el voto entre el boicot y la muerte". Al momento de su desaparición estaba en la propia capital iraquí o en viaje a Tadji, al norte del país, en la investigación de otros dos temas: el voto femenino y los sobrevivientes del asedio de Falluja. Paradojalmente ella, que se ha mostrado siempre muy crítica del papel de los medios, trataba de explicar los complejos fenómenos que ocurren en Irak. ¿El objetivo? Probablemente el mismo que planteó en un texto de 1999:

-La prensa ha construido en parte su legitimidad a partir de la base de un mundo explicable... Al final de un artículo, un lector debe poder exclamar, con la satisfacción del aficionado a las novelas policiales que descubre al asesino: "Así era, exactamente".

Esta búsqueda de lectores satisfechos es la meta del buen periodismo. Pero con frecuencia tiene un alto precio. .

Este artículo es una actualización al 26 de enero de 2005 de aquél publicado en nuestra edición anterior:
El precio del deber periodístico

Volver al Índice